El grito de los pobres
Francisco Martínez Sánchez
Jueves, 4 de diciembre 2025, 23:17
El IX Informe Foessa es, sin duda, la radiografía que mejor define la situación socioeconómica de España. Siguiendo dicho Informe, Cáritas Española ha lanzado una ... llamada de atención ante el «proceso inédito de fragmentación social» que está viviendo nuestro país y que, por primera vez, está amenazando seriamente a la clase media, afirmando que «tras dos décadas de crisis encadenadas, las fases de recuperación no han cerrado la brecha y han llevado a España a contar con una de las tasas de desigualdad más altas de Europa».
Este proceso de fragmentación social hace que la clase media se contraiga, desplazando a muchas familias hacia estratos inferiores. Vivienda inaccesible, trabajo precario, brecha generacional… son términos sangrantes que hablan de la vulnerabilidad más lacerante, como «marca humana que no conoce el final». Más de nueve millones de personas sufren exclusión social. Pero lo más alarmante aún es que la tasa de pobreza infantil sobrepasa los dos millones de niños y adolescentes, lo que nos coloca a la cabeza de la Unión Europea. Estos datos no son un soniquete para despertar conciencias. Lejos de ser algo puramente baladí, es un Informe elaborado por un centenar y medio de investigadores de distintas latitudes y prestigiosas universidades. Pero ya no es solo el Informe Foessa que atenaza con sus números. A escala mundial, tenemos otras voces igualmente autorizadas como Acción contra el Hambre, Unicef, ONU, Ofxam que han reportado escalofriantes datos de muertes diarias por hambre en el mundo.
Con objetividad, pues, podemos afirmar que la pobreza no entiende de palabras estereotipadas ni de utopías. Anida en el lenguaje del dolor real, del sufrimiento innegable. Lamentablemente, nos movemos en medio de una economía especulativa que agranda cada vez más el número de pobres, privándolos de lo esencial. No es justo vivir una vida replegada sobre nosotros mismos, desviando la vista para evitar enfrentarnos con la realidad. La 'historia' de los pobres va por donde nosotros con nuestro silencio aceptamos que vaya.
Jesús de Nazaret es la Palabra que vino a iluminar el proceder humano y juzgarlo. Él tomó a su cargo la defensa de la dignidad humana como valor supremo de la creación. Se enfrentó con la concepción materialista y utilitaria de la vida, proclamando los valores del espíritu. Anunció su Buena Nueva del Reino a los desventurados de este mundo. Él fue radical frente al dinero que dificulta, si no imposibilita, la entrada al Reino… De ahí que la Iglesia, a pesar de sus muchas sombras, haya alumbrado al mundo con el testimonio de tantos 'poverellos', como el de Asís. Entre ellos, nuestro añorado papa Francisco quien en muchas de sus alocuciones nos conminaba a todos a salir del individualismo y de la desigualdad persistente. Lo veíamos pobre entre los pobres. También hoy al Papa León XIV. Él nos exhorta a escuchar el grito de los más pobres como la «globalización de la impotencia», instando a que la Iglesia sea «madre de los pobres, lugar de acogida y de justicia», como recoge su exhortación apostólica 'Dilexi te'.
Es un hecho que muchas organizaciones de la Iglesia realizan una importante labor en favor de los pobres. Así, Cáritas International está presente en más de 200 países, y en España cuenta con miles de Cáritas Parroquiales. Asimismo, otras instituciones como Manos Unidas, Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) y Organizaciones Benéficas de diferentes Iglesias cristianas… que brindan una amplia gama de servicios a los pobres, emulando a la primitiva comunidad de Jerusalén, según nos narran los Hechos de los Apóstoles… Con todo, a nivel personal estamos bien lejos de vivir el ideal evangélico. Urge, pues, aprender a desarrollar una cultura de la atención, precisamente para intentar romper con el drama que sufren los desahuciados de nuestra sociedad.
La pobreza se encastilla más y más. Sin embargo… «los pobres siempre esperan el amanecer de un día más justo», cantamos en Adviento. Ante las próximas Navidades, quiera Dios que despertemos en ese amanecer ante el grito de los pobres, grito tantas veces sofocado por el mito del bienestar y del progreso.
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