Un día feliz
Fernando Quirantes
Lunes, 1 de julio 2024, 23:00
El río Izfalada de Huéneja y su pantaneta permanecían secos de tanto llorar, porque las lluvias no las habían visitado este año con la frecuencia ... de otras ocasiones. Sus castaños centenarios, ansiosos de relatarnos sus ancestrales relatos de amor, donde los jóvenes se prometieron ser fieles, nos estaban esperando. Como todos los años los pertenecientes y simpatizantes de la Fundación ACOES (Asociación Cooperación y Esfuerzo), un proyecto de ayuda al desarrollo integral de la persona, para alimentar al cuerpo, fortalecer la mente y disfrutar con el espíritu, se dio cita el 22 de junio en Los Castaños de Huéneja. Durante toda la mañana fueron llegando los afortunados que deseaban disfrutar del aire puro que las hojas de los castaños, entrelazadas con sus incipientes erizos, ofrecían a los visitantes, derramando y regalando oxígeno. Quizás no hubo tanta afluencia como el año anterior, pero se puede afirmar que el ambiente fraternal era más denso que nunca.
Tras saludarnos efusivamente, aquellas personas que sólo nos veíamos en esta ocasión durante el año, se inició la concelebración por cinco sacerdotes de la misa campestre, bajo el amparo de la sombra de los castaños. Conforme avanzaba el protocolo de la misa, una guitarra y una flauta, manipuladas magistralmente por sus respectivos músicos, rompían el silencio del recinto. También acudieron a cantar unas minúsculas avecillas con una garganta privilegiada con la que trinaban, para acompañar al coro.
La fiesta consistía en compartir; nos dispusimos a despertar el hambre que habíamos acumulado durante toda la mañana. Los manjares pululaban entre las personas y el trueque, hacía que todos saboreáramos las viandas que con tanto cuidado, esmero y cariño habían preparado cado uno en su hogar. Los aromas sabían a gloria y nos hacían engordar de forma consciente y agradable. El alcalde, representando al pueblo nos regaló una 'panosotros'.
El aire ya se amasaba más espeso, porque las emociones se estaban acumulando en nuestro interior. Un elenco de jóvenes procedentes de las Universidades de Madrid, Málaga y Granada empezaron a desgranar breves relatos de sus vidas, antes y después de ser acogidos por el proyecto ACOES, también llamado proyecto de Jesús de Nazaret. Uno de estos jóvenes hondureños/as que realizan en España sus últimos eslabones de licenciatura o máster en distintas especialidades, agobiado por los sentimientos acumulados en su interior, no pudo seguir agradeciendo al padre Patricio, nacido en Huéneja y misionero en Honduras, el haberlo sacado de la nada y proyectado hacia el saber, hacia el agradecimiento y hacia Dios; el nudo de su garganta no le permitía pronunciar palabra alguna. Se retiró llorando. El público se contagió y disimuladamente se limpiaba las lágrimas. Yo, me avergonzaba de que me vieran llorar y dejaba las lágrimas discurrir por mis mejillas, hasta estrellarse en el suelo contra las hojas secas de los castaños.
No ha sucedido un milagro; estas manifestaciones humanas libres de connotaciones irracionales o teñidas de supersticiones, no acaecen arbitrariamente, como decía el físico Stephen Hawking, sino que son subyacentes o guiadas por Dios. El verdadero milagro se produce cuando muchas personas altruistas ayudan con su tiempo o dinero a rebañar de las calles de Tegucigalpa a niños y ascenderlos a uno de los más de 11.000 estudiantes, asistidos de ropa, alimentos, educación y saber. Es la mejor forma de erradicar la migración.
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