La migración: entre el descontrol y el populismo
Fernando Egea Fernández-Montesinos
Jueves, 16 de octubre 2025, 23:33
La inmigración aparece en las encuestas como uno de los principales problemas que preocupa a los españoles. Cuando la izquierda niega que empieza a desbordarse ... y dice que es todo de «color de rosa» está peligrosamente agudizando el problema. Ya sabemos lo que está pasando en Francia, Alemania o Bélgica. En el otro extremo vemos mensajes populistas y radicales, cómo el de cerrar centros de menores. Un disparate, que pide la extrema derecha. Va contra todas las normas vigentes empezando por la Constitución y los convenios internacionales.
Conozco bien a los Menas como funcionario de la Junta en el Servicio de Protección de Menores. Sin lugar a duda, hay menores que infringen las normas y merecen ser devueltos, sí, cierto. Sin embargo, una inmensa mayoría es gente valiente, trabajadora, inteligente y noble. Conocí subsaharianos que son auténticos héroes con historias épicas: años de travesías, bajos de camión, desiertos, mares embravecidos y mafias. Supervivientes. Sin lugar, a dudas donde mejor pueden estar los menores es con sus padres. Mientras esto llega y pueden ser devueltos a sus lugares de origen, por favor, piensen ¿cómo los queremos? ¿Integrándose o en las calles? Cayendo en todo tipo de riesgos: inseguridad, trata, prostitución, enfermedades o delincuencia. Le garantizo que no hay inmigrante más y mejor integrado que el que se incorpora a nuestra sociedad desde joven en un centro.
La migración está siendo clave para el PIB español. España presenta un grave déficit en su natalidad y mientras no suba se necesitan jóvenes para muchos empleos. Pero ante todo estamos hablando de seres humanos: toda persona goza de dignidad por el mero hecho de serlo. Hay organizaciones que se dedican a los migrantes, algunas son acusadas de vivir de ello, habrá de todo sin duda, pero entidades como la Iglesia Católica los atiende por medio de Caritas y otras ONG y lo hace por convicción, humanidad y sin ningún ánimo de lucro. Esto choca con las desafortunadas palabras del señor Abascal cuando criticó descarnadamente a la Iglesia y a Caritas por defenderlos. No se puede ser más injusto.
Ante la crisis migratoria, ¿qué hace el Gobierno de Sánchez? Sencillamente no hay control de fronteras, ni medidas legales para poder garantizar quien viene y a donde. No hay devoluciones. El Gobierno de Sánchez tiene bloqueada Extranjería y la tramitación de expulsiones. Ignora la ayuda que le ofrece Europa a través de Frontex y Europol. No se hacen cargo de los mil menores con petición de asilo como exige el Tribunal Supremo. Reparte migrantes como adultos que eran menores –más 680 en Andalucía–. Sánchez establece repartos injustos entre las CCAA que benefician a Cataluña y perjudican Andalucía –enfrentando a CCAA y a municipios entre sí– Andalucía está recibiendo a centenares de menores en sus costas, sin embargo, no es declarada Frontera Sur, reconocimiento imprescindible. Marlasca reprobado e inoperante. Las ministras de Infancia o de Inclusión y Migraciones ni están ni se les espera y María Jesús Montero negociando con ERC y Junts más ventajas para Cataluña. Eso sí, en Cataluña, ni un Mena más. Ahora en Andalucía se esperan 677 menores sin consultar ni dotar de recursos.
El control de fronteras no es ni un capricho ni una amenaza: es la garantía de la convivencia en libertad. La inmigración es una cuestión de Seguridad Nacional. Es urgente establecer vías de entrada legal primando la llegada de aquellos culturalmente cercanos, que cubren necesidades en el mercado laboral y comparten nuestro sistema de valores. ¡Contribuir tiene que ser condición para permanecer! Las ayudas sociales no pueden convertirse en una llamada a la ilegalidad. Hay que eliminar la relación entre el empadronamiento y el acceso de los inmigrantes en situación irregular a las prestaciones económicas no contributivas. Hay que condicionar la residencia de larga duración a la contribución efectiva al sistema de Seguridad Social, al idioma y la cultura española. Recibir prestaciones asistenciales no puede generar por sí mismo el derecho a residir legalmente en España. Además, hay que devolver al arraigo y la reagrupación familiar su carácter excepcional evitando el abuso. Tolerancia cero con aquellos que cometen delitos, especialmente los reincidentes y con los que no se quieren integrar y respetar nuestra cultura particularmente a la mujer.
Otro problema que se cruza con este fenómeno es el abuso o un mal uso del Estado del Bienestar. Las ayudas sociales no pueden facilitarse a todo migrante que llega sin más. Hay que reorientarlas hacía la incorporación efectiva al trabajo y evitar perpetuar la cultura de la subvención. Eso sí, en ese «mal uso» hay migrantes, pero también nacionales que reciben estos recursos en fraude de ley. Hace falta más control e inspección.
Hay que reconocerlo, la migración nos trae beneficios. Sin embargo, puede convertirse en un grave problema si no actuamos rápido. Para ello, hace falta controlar el fenómeno midiendo las necesidades de nuestro país. Hay que asesorarse por los mejores técnicos y juristas para cambiar la legislación. Respetar a las personas, pero actuar con sensatez y eficacia, sin demagogia ni propaganda. Y para ello será clave recuperar el peso internacional que España ha perdido en Europa y en el Mundo, especialmente con los países de África desde donde salen los migrantes que siguen llegando sin control.
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