Con ocasión del 350º aniversario de la canonización de Fernando III, 'el Santo' (1201-1252), HM Televisión ha realizado un excelente documental: 'Un reinado en ... defensa de la Cristiandad'; se podrá disfrutar de forma gratuita durante este mes. Este rey ejemplar de la casa de Borgoña, que unificó la corona de Castilla y de León, tuvo como misión la Reconquista de los reinos musulmanes de la península. Podría parecer anacrónico remontarnos ocho siglos para traer a colación a este perfecto caballero que, además de saberse aconsejar y escuchar mucho, adoptó las decisiones correctas. 'Al-Ándalus' (Córdoba, Jaén y Sevilla) tienen con él una impagable deuda de agradecimiento. En la Batalla de las Navas de Tolosa (1212) su abuelo, Alfonso VIII, impidió la expansión musulmana por Europa. Pero habría que esperar a 1246, después de ocho meses de asedios al Castillo de Jaén, cuando el rey nazarí de Granada, Alhamar, entregara la ciudad al rey castellano Fernando III y le rindiera vasallaje, estableciendo el 'Pacto de Jaén'. Este pacto revela el arte del buen gobierno de este estratega de armas, para acometer una cruzada cristiana, poniendo en práctica sus dotes diplomáticas. En el 'Santo Reino' abundan los recuerdos vivos de la presencia del hijo de Alfonso IX y doña Berenguela —matrimonio anulado por Roma por consanguinidad—, con la conquista de los castillos de Alcalá la Real, Otíñar y el río Quiebrajano, La Guardia y la Peña de Martos.
La provincia jienense está plagada de imágenes de este magnífico gobernante cuya talla humana le llevó a entablar amistad con el musulmán Al-Bayyasi (el Baezano), al conquistar el castillo de Baños de la Encina; le encomendó la educación de su hijo que acabó convirtiéndose al cristianismo. Localidades como Quesada, Cazorla, Úbeda, Baeza, Andújar, Torres de Albanchez fueron posiciones estratégicas que nos evocan al monarca católico. En el ámbito de la cultura hizo aportaciones como la del 'Libro de la nobleza y lealtad', en el que doce sabios reflejaban las cualidades del buen gobernante. Impulsó la traducción del Fuero Juzgo o código legal visigodo al castellano. Su hijo Alfonso X 'el Sabio' se encargaría de concluir el libro de 'Las siete partidas'. Mandó levantar las catedrales de Burgos y León.
La ciudad de Jaén siempre agradeció al rey castellano-leonés que les liberara del islam, de ahí su escultura en la fachada de la catedral de Eufrasio López de Rojas, encima de la Puerta central o del Perdón. Recién conquistada Jaén, cuenta la tradición que el monarca regaló la 'Virgen de la Antigua', situada en el retablo mayor el templo catedralicio. A la vez, ordenó la consagración de la antigua Mezquita Mayor a la Asunción de la Virgen María. Luego sería la catedral de Andrés de Vandelvira, en donde se dedica una de sus capillas a San Fernando, como muestra del reconocimiento del pueblo jienense al soberano católico. Aquí el pintor sevillano Juan de Valdés Leal representa al rey coronado, con la mirada orante; con la mano izquierda sostiene el orbe, al que está llamado a conquistar para su evangelización; y con la derecha la espada que ofrece al cielo. A sus pies las armas del rey moro vencido y en el fondo la ciudad y su castillo. Al aproximarse a Sevilla quiso dejar su espada «Lobera» fuera de la ciudad, porque la reconquista dependía de la voluntad de Dios; no de sus fuerzas. Este hombre de profunda fe destacó en dos virtudes difíciles de compaginar con el poder político: la castidad y la humildad. El rey cruzado hizo coincidir que fue armado caballero en el monasterio de las Huelgas Reales de Burgos, con su matrimonio en la catedral con Beatriz de Suabia –de nobleza alemana, elogiada como: «buenísima, bella, sabia y modesta»– con quien tuvo diez hijos; al enviudar contrajo nuevas nupcias con Juana de Ponthieu, que le dio cinco hijos más. Su espíritu de oración y su amor a la Eucaristía lo representa el pintor sevillano Virgilio Mattoni, al asistir de rodillas a su última Misa ante el Rey de reyes. En la 'Tierra de María Santísima', este 'miles Christi' ponía todas sus campañas bajo su amparo. Su tierna devoción le llevó a que le enterraran en la Capilla Real de la catedral sevillana, que preside la Virgen de los Reyes: 'Per me reges regnant' (Pv 8,15-16).
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