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El feminismo y los pechos abombados

El foco ·

El feminismo incumbe a los hombres no porque sean sus 'víctimas', sino porque su participación en la construcciónde una sociedad más justa y equitativa es indispensable

edurne portela

Sábado, 6 de marzo 2021, 21:58

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En 'España' (Lengua de Trapo, 2021), uno de los ensayos más lúcidos que he leído en los últimos tiempos, el filósofo Santiago Alba Rico reflexiona ... sobre eso que llamamos España y que acarrea una indefinición que, por sí misma, muestra la artificialidad del constructo «nación». Su ensayo es una reflexión filosófica, con un doble componente histórico y autobiográfico, sobre cómo se forjan los mitos y estereotipos, las inercias e imposiciones culturales, sobre cómo y cuándo se decide quién está dentro y quién fuera del proyecto nacional, sobre las violencias que se ejercen para conseguir la unidad de un país cuyo rasgo de identidad más fuerte es, precisamente, la falta de consenso sobre la unidad. Es un ensayo de una riqueza extraordinaria sobre el que podría escribir muchas páginas pero hoy, 7 de marzo, quiero centrarme en una de las líneas que recorre el libro: la crítica a la exaltación de la virilidad como herramienta generadora de patriotismo y como forma de violencia de la que es necesario desprenderse para repensar nuestras relaciones sociales y políticas y, por tanto, también personales. La vinculación de virilidad y patriotismo en la historia nacional es bien sabida, desde la transformación del apóstol Santiago en Santiago Matamoros y su elección como santo nacional hasta el discurso de exaltación viril y guerrera de la ultraderecha actual. En un esfuerzo por repensar España fuera de los tópicos y de recuperar figuras de las que se apropió la propaganda de la España míticamente unida e inmemorial, Alba Rico nos ofrece otro Miguel de Cervantes y, sobre todo, otro Benito Pérez Galdós. Y al mismo tiempo que repiensa estas figuras, desvistiéndolas de patriotismo viril, el filósofo intenta también quitarse las capas de machismo de su educación sentimental: «La única forma de ser bueno, decente, pacífico, inteligente, justo y empático era dejar de ser hombre». ¿Qué significa esto? Significa renegar de todo el sistema de pensamiento y educación intelectual y sentimental que él, nacido en 1960, recibió: una educación en la que se blandía «la españolidad, como bastón y como pene, contra los más débiles, los menos agresivos, los más 'femeninos'». «La masculinidad no tiene por qué ser viril», nos dice Alba Rico y «la españolidad no tiene por qué ser católico-imperial, antidemocrática y pendenciera».

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