Una explicación nos deben
PUERTA REAL ·
Debe acabar ya este espectáculo, este sainete granadí en el que lo único que tenemos claro es que nada está claroLa sorpresa es una liebre y el que sale de caza no podrá verla dormir en el erial, escribía Martín Gaite en aquella novela esplendente ... que es 'Nubosidad variable', que verifica que la vida se construye a fuerza de golpes de fortuna o desdicha que son los que marcan las circunstancias de una fortuna demasiadas veces esquiva. Y así vivimos en esta Granada donde todo es posible, el lugar donde nos acostamos el 14-J pensando que el día siguiente tendríamos un alcalde del PP y nos levantamos con un regidor de Ciudadanos, casi por ensalmo. En nuestra ciudad, es cosa conocida, siempre suele suceder lo más improbable: incluso que haya transcurrido una semana del supuesto pacto (porque ya no se sabe si existe o no) entre Ciudadanos-PP-Vox y que ninguno de los tres sepa exactamente qué es lo que se ha acordado para la capital granadí. Ya sea en Granada o en Madrid desde donde vinieron las órdenes directas de voto que, disciplinadamente, todos acataron el sábado 15 de junio.
Porque (y eso es la pura verdad) ya avisaron anticipadamente de que las decisiones sobre gobernabilidad para todos los grandes municipios de España se iban a tomar en Madrid. Eso, a estas alturas del juego político, aunque nos fastidie, entra dentro de la normalidad y se ha aplicado en todas las grandes capitales. Ahora bien, lo que no resulta tan normal es que la letra pequeña, esos detalles que debieron cerrarse por los representantes granadíes después de reuniones varias antes del pleno de investidura sigan estando tan difusos/confusos como los roles de los personajes de 'Juego de tronos'.
Porque aquí estamos hablando de sillones, pero también de que no tenemos aún un equipo de gobierno municipal que marque una línea de trabajo, la estabilidad que se requiere para empezar dando alguna seguridad a la ciudadanía aplicando un modelo de ciudad que represente a una mayoría de granadinos. Finiquitadas las mayorías absolutas, vivimos en el tiempo de la política de bloques y eso se dijo claramente en la noche electoral. No queda otra que aceptarlo cuando ha habido tal disgregación del voto con dieciocho partidos concurriendo a unas elecciones municipales; pero eso obliga al consenso a los que han logrado el respaldo mayoritario, a pensar Granada unificando proyectos y mirando al futuro partiendo del respeto a la palabra dada, aunque ahora ya no les guste el resultado o lo que implica. Seguramente algunos de ellos no lo saben, pero hubo un tiempo en que la palabra de una persona y un apretón de manos valían lo mismo que un documento notarial. Eso fue lo que nos enseñaron a muchos en casa. Por todo ello, debe acabar ya este espectáculo, este sainete granadí en el que lo único que tenemos claro es que nada está claro. Parece una escena sacada de una película de Berlanga, con todos los personajes vestidos de feria, en la que no ha sucedido precisamente lo que más interesa a la ciudadanía: que esa explicación que nos deben nos la paguen, que decía el personaje de 'Bienvenido Mister Marshall' que bordó Pepe Isbert. Y con la máxima rapidez porque no podemos seguir siendo portada de diarios. Será la única forma de recuperar la credibilidad en un momento esencial para el porvenir de esta Granada que necesita cuanto antes un rumbo firme, ilusionante y cierto.
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