No existe el PSOE 'bueno'
La sesión en el Senado fue otra muestra de la chulería macarra y rayando lo totalitario que exhibe el sanchismo cuando se ve acorralado. Si alguien piensa que a estas alturas existe una izquierda dispuesta a respetar ese mínimo común de normas no escritas vive enajenado
Después de que asistiéramos a la desfachatez de ver como Rajoy presentaba un libro llamado 'Política para adultos', uno pensaba que sería casi imposible superar ... el bochorno, al menos hasta que Pedro Tramp presentase sus diversos tomos acerca de sus años inolvidables en el poder. Estaba claro que olvidaba la posibilidad de que el ministro de Sanidad responsable de la peor gestión sanitaria de toda Europa y parte del mundo civilizado contra el coronavirus nos obsequiara con una especie de memorias-pestiño donde explicase lo mal que lo pasó, lo bien que lo hizo y cómo sufrió por culpa de Ayuso, prologado además por Simonilla, ese siniestro personaje convertido en héroe-pop por la izquierda niñata y que no tuvo ni el más mínimo pudor en posar de motero para el diario oficial moclovita con decenas de miles de muertos ya a sus espaldas.
Tras esa especie de circo sectario solo destinado a los ciegos de ideología o a los necios de telediario que montaron en la Moncloa para presentar un 'aló presidente' con varios militantes y figurantes afines a Pedro, se empieza a intuir una de las principales cartas que jugará el sanchismo podemita de cara a las próximas elecciones: la creación de una realidad absolutamente paralela, conjugada con una agresividad contra el PP que tendrá pocos límites éticos, estéticos y morales. No hay más que ver el ensayo ridículo del montaje de las amenazas a los candidatos de izquierdas en las elecciones de Madrid, que sin embargo en Argentina ha funcionado mucho mejor. Aquí aún no hemos llegado a ese punto de podredumbre social y política, pero no estamos lejos. La sesión en el Senado fue otra muestra de la chulería macarra y rayando lo totalitario que exhibe el sanchismo cuando se ve acorralado. Si alguien piensa que a estas alturas existe una izquierda dispuesta a respetar ese mínimo común de normas no escritas que sostienen una democracia saneada en el tiempo, es que vive profundamente enajenado.
Pero el politburó sanchista tiene un grave incendio dentro de su propio seno: y es esa figura ya inerte políticamente hablando llamada Yolanda, que se ha quedado compuesta y sin escucha, y ha decidido que la única manera que tiene de no hundirse en la irrelevancia es ponerse a bracear a lo desesperado aunque eso signifique intentar aplicar políticas propias para el (des)abastecimiento de la URSS, o provocar una guerra con la patronal con los sindicatos de fondo como mamporreros al servicio de la causa, que no del trabajador. Porque el PSOE necesita absorber todo el voto posible del hacendado bolivariano peronista para ver si así consigue sumar una mayoría con Herri Batasuna y los separatistas catalanes.
Me llama la atención que en muchos medios y oráculos de la derecha ya se empiece a hablar de cómo va a reconstruir Feijoó lo que deje de España en pie el sanchismo. Yo sigo pensando que vivimos en un país bastante desquiciado como para que lo más obvio –que el PP llegue al gobierno– pueda acabar siendo lo que no suceda. Aun siendo así, hay otra tarea tan importante para nuestra democracia y que tiene peor pronóstico: quién reconstruirá la izquierda una vez ese huracán totalitario y sectario llamado sanchismo haya pasado de largo. Hubo un tiempo en el que muchos pensamos –yo el primero– que Pedro era un paréntesis en la historia del socialismo.
Es más, todavía hay quien piensa que Lambán o Page son del PSOE 'bueno'; imagino que cada 5 de enero seguirán poniéndole agua de beber a los camellos de los Reyes Magos. El problema de esto es que Pedro solo ha sido un acelerante de la historia para exponer y aumentar la gravedad de la enfermedad que padece la izquierda de nuestro país y de nuestro tiempo: no solamente carece del mínimo de entidad intelectual, sino que su proyecto se basa en grandes mentiras cuya progresiva aplicación acabará llevando a la destrucción de la democracia liberal y pluralista tal como la conocimos a finales del siglo XX.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión