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Pilatos

Puerta Real ·

El mandamás que, pudiendo salvar la vida de un inocente, se inhibió lavándose las manos en un ejercicio de perversión política que hoy ya sí comprendo perfectamente

Lunes, 13 de abril 2020, 00:04

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En mi casa de pueblo y flores de almendro, cuando la Semana Santa inauguraba una temporada de roscos fritos y buñuelos hechos por las manos ... amorosas de una madre, cada año la televisión reponía 'Rey de Reyes'. Yo era entonces una niña tratando de comprender un mundo de adultos y, desde la libertad que siempre reinó en aquel hogar, nunca era problema ver estas películas. Mis padres, con buen criterio, no andaban jugado a pensar que los niños éramos de porcelana y que nuestro mundo tenía que ser el de Bob Esponja o Peppa Pig. No, mis padres, con la sabiduría que da la vida sacrificada, estaban a otra cosa. Lo cual que yo, a ratos, miraba aquella película eterna, tratando de asimilar en mi mente de diez o doce años los comportamientos humanos. No sé si era capaz de entender lo que suponía la inmensidad de un Jesucristo cargando aquella enorme cruz camino del Gólgota. Seguramente, no. Lo que sí recuerdo era el hondo respeto que me producía cada palabra, cada gesto del actor que representaba su figura.

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