Europa mortecina

No quiero ponerme campanudo pero creo que me quedé corto con lo dicho sobre el resquebrajamiento europeo (para mi lamentable), e insisto en ello después de ver la película '1917' de Sam Mendes, formidable cinta que nos recuerda por qué es (o era) necesario el europeísmo. Me refiero al europeísmo fundacional, no a éste de ahora que deshilacha Europa con el integrismo de la tolerancia a ultranza, que da carrete a la deriva autoritaria de Kaczynski y Orbán, que baila el agua al separatismo y reconoce privilegios a dinamiteros de distinto pelaje que acantonados en las instituciones comunitarias harán saltar por los aires Europa. Tender puentes me parece de perlas siempre y cuando no metamos el zorro en el gallinero; así que ojo con el 'buen rollito' regalado a quienes quieren hacer de Europa un solar. No olvidemos que los derroteros autoritarios y secesionistas tienen la misma etiología y puerto de destino.

Que la UE se cuartea a buen ritmo es algo que muchos mamíferos no quieren ver porque agarrados a la ubre institucional trincan mejor. Pero no deja de ser indicativo que jueces y abogados de toda Europa secundaran el sábado pasado la manifestación de Varsovia en la que juristas polacos salieron en defensa de la independencia judicial. La llamaron 'marcha de las mil togas'. Si intereses partidistas –que no son constitucionales– se siguen imponiendo, ¿cuánto tiempo más podremos seguir hablando de UE? Si la cosa va a quedar en manos de doctrinarios y especuladores está claro que serán estos trileros de la benevolencia los que hagan caja, como ya se está viendo en España con tanto flirteo (cuidadito con esos acercamientos para luego recibir puñalada trapera).

Vuelvo a lo de Luxemburgo: De un tribunal de justicia se espera eso, justeza, no experimentos que casan mal con la seguridad jurídica que exige el Derecho. Para mi tengo que el juez que inventa reglas según el humor del día es una bomba de relojería. La creatividad (tan provechosa en otros campos) da pavor cuando se plasma en sentencias fantasiosas dictadas por jueces cargados de prejuicios.

Los jueces de Luxemburgo se ponen estupendos con el secesionismo y en su jardín de ocurrencias cuentan con que han topado con España, no con Alemania, por ejemplo, y quizá por eso se permiten el lujo de llamar al incumplimiento de nuestra Constitución. Tan imaginativos jueces obvian que la inmunidad no protege a quien estuviera procesado o inculpado antes de presentarse a las elecciones. Lástima que ese día no fueran a clase.