Estremecimiento
Opinión | Puerta Purchena ·
«La muerte es una parte de la vida y la obviamos como si el pensar en ella fuera a hacer que llegara antes. Lo cierto es que llegará. Lo malo es cuando no llega cuando debiera»Dice el diccionario de la Real Academia Española que el estremecimiento se siente cuando se produce una alteración o sobresalto en el ánimo de una ... persona. Eso es lo que sentí ayer por la mañana, pero no de una manera tan suavemente definida, sino más traumática. Fue en el programa de 'A vivir que son dos días' de Javier del Pino en la cadena Ser. A una hora demasiado temprana para que lo oyera todo el mundo, porque sería muy bueno que lo oyera todo el mundo, Del Pino ofreció el testimonio estremecedor de José, un hombre de 53 años que el 25 de julio pasado puso fin a su vida. Pero el tema no daría más de sí, a no ser que se conociera el duro viaje interior que realizó José desde que tomó la decisión hasta que la materializó. Un testimonio del que se puede aprender mucho y que, se quiera o no, mueve a la reflexión.
José ofreció su testimonio en primera persona lo que hacía aún más impactante la historia. Ingeniero, casado y con hijos. A los 40 años empezaron los problemas de salud, al principio sin saber que tenía hasta que el cuerpo, como decía él, se rebeló contra él mismo y se hizo ingobernable. Los músculos se asemejaban a un país sin gobierno donde cada cual hacía lo que le venía en gana sin que nadie lo pudiera controlar. Llegó un momento en que no sentía las piernas, no las sentía suyas y tampoco lo sostenían y fue entonces cuando supo que algo terrible le estaba pasando. Esclerosis múltiple fue el diagnóstico cuatro años después. Al final de sus días, José necesitaba la ayuda de otras personas hasta para lo más básico. Sufría dolores «terribles» por todo el cuerpo que no le daban tregua y cuando murió tenía una discapacidad del 82%. Su vida ya no era su vida y no estaba dispuesto a sufrir más por lo que decidió acabar. La decisión no fue tan sencilla como se podría desprender de lo que escribo, sino que fue un acto meditado y reflexionado junto a los suyos durante largo tiempo. Es más, en un momento dado estuvo a un paso de dar marcha atrás para no darle más dolor a su padre de unas convicciones religiosas muy profundas. Pero su determinación pudo más y llegó a la conclusión de que él no era responsable de lo que su padre pensara. Eso sí, puso como condición que su testimonio no se hiciera público hasta después de la muerte de su padre. Así fue y así lo conocimos ayer en un programa grabado en el que hablaba José, su mujer, sus hijos, su fisio, su psicólogo... y entre todos explicaron el viaje de José hasta dejar de vivir. Un testimonio duro, muy duro que todos deberían conocer https://play.cadenaser.com/audio/001RD010000005472288/
La muerte es una parte de la vida y la obviamos como si el pensar en ella fuera a hacer que llegara antes. Lo cierto y claro es que llegará. Lo malo es cuando no llega cuando debiera. Cuando una persona, como en el caso de José y muchísimos Josés, esta desahuciada, sin ninguna esperanza de recuperación y sufriendo las 24 horas del día quiere morir y no le dejamos convirtiéndonos en sus verdugos en vida. Imagino que el proceso que te lleva a desear, e incluso, a provocarte la muerte no es fácil, sino todo lo contrario. Cuando alguien quiere poner fin a su vida es porque está desesperado, cuando ese alguien no tiene ninguna esperanza condenarlo a seguir viviendo es cruel e inhumano. El propio José en su testimonio decía que él no iba a convertir en juez de lo que hagan el resto y pedía que nadie lo juzgara a él.
El producto con el que se quitó la vida José se utiliza en veterinaria. Todo un esperpento, somos más humanos con los animales a quienes sacrificamos cuando ya no tienen ninguna esperanza de vida y, sin embargo, somos crueles con las personas a las que impedimos morir o lo tienen que hacer solos, absolutamente solos, porque lo contrario sería punible para quienes estuvieran a su lado.
En vísperas de unas elecciones generales ningún partido habla de estas cosas cuando son parte de la vida. Que yo sepa nadie muere por capricho. Necesitamos una mayor dosis de humanidad y de sentido común para entender lo que sufren aquellos que no tienen futuro. José lo deja muy claro, no muere porque sí, sino porque su vida ya no es vida porque no se puede estar sufriendo continuamente sabiendo que ese sufrimiento no tiene fin. Sufriendo físicamente y sufriendo por los que te rodean. Para mi la decisión de José fue generosa y valiente; para otros será egoísta y cobarde, pero tanto los que piensen lo segundo como los que pensamos lo primero estamos sanos. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a José, a todos los Josés?
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