¿A quien representan los ejércitos y las guerras en una sociedad democrática?
¿Ha llegado el momento de un paso cualitativo y democráticamente radical para la desaparición de la solución armada de los conflictos?
Esteban Velázquez
Domingo, 17 de agosto 2025, 23:06
No. No es una ilusión utópica, sentimental y sin realismo. Todo lo contrario: el realismo es el que ha habido cada vez que las naciones ... han llegado a una constatación trágica de la inutilidad –o al menos la no compensación– de las guerras y la solución armada de los conflictos. En cada guerra y sobre todo, en la guerras más mortíferas y generalizadas que han existido en el pasado siglo XX. El final de las dos guerras mundiales fue un grito unánime de las naciones «¡Nunca más la guerra!» ¿Quién lo ha decidido?: «¡Nosotros los pueblos!» Esa expresión y ese grito del final de la segunda guerra mundial, tan recordado en muchas ocasiones por nuestro inolvidable y querido Federico Mayor Zaragoza. Grito que fue el cimiento y fundamento principal del nacimiento, primero, de las Liga de las Naciones y, después, de las Naciones Unidas y las instituciones mundiales surgidas en Breton Woods para que hubiera una convivencia armónica y justa. Aunque sean instituciones totalmente insuficientes desde el mismo momento en que hay países con poder de veto en el Consejo de Seguridad y un Consejo de Seguridad no subordinado a la Asamblea General, entre otros mecanismos antidemocráticos. Pero con la puesta en marcha de ese multilateralismo para la paz se avanzaba en la dirección correcta.
De nuevo olvidamos esa democratización multilateral y pacifica cuando se fue creando el mundo polarizado de la guerra fría entre USA y URSS aunque parecía que lo volvíamos a recuperar –¡y recuperar también la sensatez, el realismo y el humanismo!– cuando cayó el muro de Berlín y se produjo una ola de elecciones libres en los países de la antigua URRSS. Disminuyeron los gastos militares y se propuso crear un «dividendo por la paz» dedicando a desarrollo el porcentaje en que había disminuido el gasto militar. Estas y otras propuestas pacifistas, democratizadoras y favorecedoras del desarrollo y la solidaridad internacional fueron tratadas en la famosa cumbre de la Naciones Unidas de Copenhague de 1965 con resultados discutibles pero que supusieron un gran esfuerzo internacional. Pero los países han vuelto hoy día a sus viejas inercias conservadoras y belicistas.
El «no a la guerra» cuando la guerra de Irak parecía recuperar el sueño pacifista. Pero duró muy poco y no se materializó en ninguna medida concreta para lograr la renuncia a la guerra como mecanismo de solución de conflictos. Era un «no la guerra», a mi juicio, muy coyuntural, como reacción, lógica pero insuficiente, a la inaceptable política exterior USA.
Lo que no es democrático es lo contrario: seguir con la solución armada de los conflictos sin consultar a los pueblos si ese camino cuenta con su apoyo. Pero algunos pensarán: la consulta mundial a todos los pueblos ¿es técnicamente posible en nuestra sociedad? Evidente, a mi entender, que si lo es con los medios técnicos hoy existentes. Por ejemplo, la población de cada país europeo votó si se adhería o no se adhería al proyecto europeo. ¿Qué impide hoy una gran consulta mundial sobre si los ciudadanos de cada país estamos o no estamos de acuerdo con la renuncia, conjunta y simultanea, a la guerra como medio de solución de cualquier conflicto de intereses? Ya, ya se la impresión que mucho tendrán sobre la aparente ingenuidad de esta propuesta. Pero vuelvo al mismo argumento «ad nominen» que he citado varias veces en este artículo: ¿no es lo realmente ingenuo pensar que con las guerras se solucionan los conflictos y que los costos de vidas y sufrimiento humano que ellas implican son compensados por las «paces» –o ,mejor, la ausencia provisional de guerras– obtenidas? Algunos precedentes históricos como el de Ghandi han de ser muy tenidos en cuenta en este escenario de progresivo aumento de la militarización mundial y del aumento de las estrategias político /militares de «ojo por ojo» que nos está dejando cada vez más «ciegos» –o muertos– a mas humanos inocentes. Ghandi no era precisamente un ingenuo. Su alternativa pacifista y política era y es perfectamente viable. También a nivel mundial
Es uno de los grandes pasos cualitativos que la humanidad debe dar. Y darlo ya. El drama crece. Si no se da podemos estar de nuevo a la puertas de otra gran tragedia mundial –«aunque sea a pedazos»– que multiplique por mil lo que ya está sucediendo en escenarios como Gaza o Ucrania.
Permítanme acabar con dos frases recientemente pronunciadas por el actual Papa León XIV y que me parecen especialmente acertadas. Por supuesto no me mueve el más mínimo proselitismo de la Iglesia a la que pertenezco pero tampoco veo sentido a excluir lo que me parece acertado de la propia comunidad religiosa a la que pertenezco. Esto dice el Papa: «¿Cómo se puede seguir traicionando los deseos de paz de los pueblos con la falsa propaganda del rearme, en la vana ilusión de que la supremacía resuelve los problemas en lugar de alimentar el odio y la venganza?» y también expresó: «Es verdaderamente triste asistir hoy en día, en tantos contextos, a la imposición de la ley del más fuerte, en virtud de la cual se legitiman los propios intereses. Es desolador ver que la fuerza del derecho internacional y del derecho humanitario ya no parece obligar, sustituida por el supuesto derecho a obligar a los demás con la fuerza. Esto es indigno de hombre, es vergonzoso para la humanidad y para los responsables de las naciones».
Y yo añadiría: …y es solucionable si los pueblos del mundo nos movilizamos con audacia y con inteligencia. La guerra, toda guerra, debe y está llamada a ser un resto del pasado caníbal de la humanidad. El problema no es solo Israel o Rusia –y otros muchos países– con sus políticas en Gaza o Ucrania. El problema es el militarismo y las falsas justificaciones pseudo éticas de la guerra como legítima y necesaria defensa propia.
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