Salir en la foto
Un político que no sale retratado en la prensa pierde mucho glamour
Esteban de las Heras Balbás
Sábado, 18 de mayo 2024, 23:29
Si un político no sale retratado un par de veces a la semana en los periódicos, es que viene de otro planeta. Sería tan irreal ... como una cena sindical sin langostinos. La visita a unas obras es la foto más socorrida y más frecuente. En la memoria y en la hemeroteca están las apariciones de Marifrán y de los alcaldes en funciones durante el mes de agosto para ver cómo iba avanzando el empedrado en la cuesta de Alhacaba. Otra imagen icónica, de la que me olvidé hablar al cumplirse su primer aniversario, es la que protagonizaron los seis candidatos a la alcaldía a finales de marzo del año pasado. Se me pasó recordar aquel gesto tan inusual y conmovedor. En la prensa local aparecían alrededor de un hoyo, pala en mano y sonriendo a la cámara, Paco Cuenca, Marifrán Carazo, Paco Puentedura, Elisa Cabrerizo, Beatriz Sánchez y Concha Insúa. Se disponían a plantar una encina en Lancha del Genil, que simbolizaba la preocupación por el medio ambiente, el cambio climático, la huella verde, la ciudad sostenible y todos esos epítetos al uso, que tan de moda están. A nadie se le ocurrió bautizarlo como el árbol de la concordia. No recuerdo si alguien quedó encargado de regar el arbolillo o si se secó en el largo y cálido verano que sufrimos. No quiero llevarme un disgusto. Puede difuminarse en la memoria el rostro de algún protagonista de aquello, pero no el corro que los seis formaban alrededor del hoyo de la encina.
Ha de ser muy duro para un político mirar la agenda a primera hora de la mañana y comprobar que no tiene apuntado ningún acto al que asistir, aunque éste consista en presentar el cartel de un concierto, el panel de unas obras o el programa cultural de un barrio. Eso supone que no habrá foto para dejar constancia de que trabaja por nosotros las veinticuatro horas del día, tal como prometió en su campaña electoral. Qué angustia al comprobar que no va a quedar para la posteridad constancia ni física ni virtual de que ese día curró, de que su presencia fue indispensable para resolver un problemilla y de que se quemó las cejas estudiando el modo de revitalizar una ciudad que no quiere ser intervenida, sino potenciada.
Aunque eso les ocurre pocas veces. De hecho, vivirán sesiones intensivas con el Corpus ya en el horizonte. Desde el sábado los veremos mañana, tarde y noche en la Feria del Centro y en Almanjáyar, en las Pasiegas y el Salón, en la procesión y en los toros, en el concurso de enganches y alrededor de las paellas en las casetas. Saludarán a toda cara conocida o desconocida que se les ponga por delante y abrirán a primera hora sus móviles para comprobar si han sido retratados por su lado bueno. Porque un político que no sale retratado en la prensa pierde mucho glamour.
Pero, al fin y al cabo, lo del Corpus es pasajero. Apenas una semana de estrés. Lo fuerte va a venir con la ampliación del campus universitario incorporando la Azucarera. Van a sobrar fechas y motivos para retratarse. Reconvertir un edificio industrial, dedicado a molturar remolacha, en fábrica de cerebros de última generación ha sido un gran acierto, y así hay que reconocerlo. Aunque creo que no lo veré. El otro gran cultivo de la Vega fue el tabaco. A éste le ha sucedido la marihuana, que crece en recónditas guaridas. Biden acaba de proponer que se reclasifique como droga de bajo riesgo. Dentro de nada lo tenemos haciéndose fotos por aquí, en algún narcopiso donde, por cierto, se cultiva la 'maría' de mejor calidad.
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