Esquizofrenia política
Huesos de aceituna ·
José Luis González
Viernes, 18 de octubre 2019, 22:54
Si hay algo que no sobra en la política actual es coherencia. Sería inútil pedir imposibles, en estos tiempos de 'grillerío' tuitero y pensamiento basura, ... como la obligación implícita de nuestros parlamentarios de elaborar discursos sólidos, sesudos, exentos de zafiedad o con trazos de fina ironía. Pero sí es exigible un mínimo de coherencia tanto a los líderes políticos como a los partidos que los sostienen. Su ausencia resulta estos días particularmente sorprendente en las desaforadas proclamas y en las actitudes contradictorias y mezquinas ante la sentencia del 'procés', cuyos efectos se están haciendo notar en las calles y plazas de las poblaciones de toda Cataluña. La esquizofrenia se ha instalado en el panorama político, no solo catalán, también estatal. Lo que ocurrió ayer deja de tener la más mínima importancia por el empuje del hoy y las ensoñaciones del mañana. No importa desdecirse una y mil veces, incluso obrar de manera contraria a los propios principios o, directamente, mentir como bellacos. Todo es posible en esta sociedad desmemoriada, presa de un Alzhéimer pleno o selectivo dependiendo de quien lo padezca.
De un lado, los partidos 'indepes' se han afanado en fomentar las algaradas callejeras y, al tiempo, reprimirlas sin miramientos, instrumentalizando de un modo mezquino a la ciudadanía afín como si de marionetas se tratara. No se puede calificar de otro modo el apoyo explícito a los CDR's por parte del Gobierno catalán, dirigido en la sombra por Carles Puigdemont a través de Quim Torra, mientras el Conseller de Interior Miquel Buch lanza contra ellos toda la fuerza de los Mossos d'Esquadra. Aun yendo más lejos, ya hay informaciones plausibles que sitúan el germen de ese movimiento tan en boca de todos ahora, Tsunami Democràtic, en la mansión de Puigdemont en Waterloo. Según informaba elconfidencial.com esta iniciativa fue inscrita en el paraíso fiscal de Saint Kitts and Nevis, lugar al que el ex Presidente catalán se llevó también su Consell per la República y la web que recauda el dinero de los afiliados. Además, la empresa que registró tal denominación -1337 Services LLC- tiene un apartado postal en Charlestown, un pequeño pueblo de Saint Kitts and Nevis, y en la misma dirección estaba registrada también la web governrepublica.org, otra de las 'marcas' que utilizan Puigdemont y su entorno para simular una inexistente república catalana. Cuánta coincidencia, ¿no creen?
Curiosamente, a los mismos catalanes que se tragaron eso de que los andaluces y las andaluzas somos gente poco dada al trabajo y subvencionada con sus dineros, ahora les venden duros a cuatro pesetas desde Bélgica y comulgan con ruedas de molino inverosímiles, como si de fanáticos de una religión se tratara. Tanto, que vemos a centenares de republicanos antifascistas exigiendo a voz en grito el levantamiento de nuevas fronteras mientras hondean unas banderas contra otras. El mundo al revés. Aquella Cataluña abierta, puntera, y cercana a la Europa cultural y progresista está siendo reducida a cenizas por mor de un neopatriotismo tan vulgar y casposo como el que dicen repudiar de España. Desde Andalucía, una de las hermanas pobres de nuestro Estado autonómico y la tierra desde la que muchas familias 'indepes' partieron décadas atrás, observa perpleja ese odio sin sentido en el marco de una democracia análoga a las de Francia, Alemania o Italia. Y que, también hay que decirlo, ya cuenta con más de 40 años de vigencia gracias, entre otros actores, a los sucesivos gobernantes catalanes que han sostenido a los Gobiernos estatales.
Pero no me olvido del otro lado. De la esquizofrenia del Partido Popular, que parece haber borrado de su memoria aquellos polvos de los que vienen estos lodos. Ya no recuerdan en el número 13 de la madrileña calle Génova el maldito referéndum que organizaron contra el Estatut en 2006 para tapar sus vergüenzas, cuyo resultado material, recopilado en cajas de cartón, exhibió el ínclito Mariano Rajoy en las puertas del Parlamento. Sin lugar a dudas, de no haberse mutilado entonces aquel texto legal, hoy no estaríamos en esta tesitura. Rajoy y compañía han sido más responsables del exponencial crecimiento del independentismo en Cataluña que todos los líderes de ERC y Convergencia juntos. Y ahora, tanto Casado -su 'aplicado' sucesor- como Rivera -el líder menguante- pretenden la fantasía de reclamar las competencias del Govern en las instituciones penitenciarias, sin saber o sin que nadie le haya chivado que para ello hay establecido un mecanismo que incluye mayorías reforzadas, ahora imposibles, en el Parlament –si se quiere reformar el Estatut- o en las Cortes españolas -si se quiere reformar la Constitución-. De locos.
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