Escuelas rurales
El patio de los neones ·
En la provincia de Granada casi todos pensamos en La Alpujarra cuando se pronuncia el sintagma «escuela rural»Fernando Fedriani
Jueves, 16 de enero 2020
Esta mañana me disponía a ir al instituto cuando me he cruzado con una manifestación de la que desgraciadamente no formaba parte. Según la prensa ... eran más de mil las personas que exigían la paralización de la merma de recursos para las escuelas rurales. Peregrinaban hacia la Delegación de Educación con la esperanza de reunirse con alguien (supongo que con el delegado, claro está) capaz de ayudarles. Las manifestaciones de educación son una cosa muy educada y creo que desde que escuché el primer vítore ya sabía de qué iba la cosa. Por sus camisetas verdes los conoceréis. Pero también por la manera en la que se coordinan y organizan. Son docentes, se manifiestan de una forma distinta.
Al verlos pasar me acordé de los dos cursos en los que viví (y trabajé) en Ugíjar. Porque en la provincia de Granada casi todos pensamos en La Alpujarra cuando se pronuncia el sintagma «escuela rural». Hay en muchos otros lugares, está claro. Pero allí hay más. Y me acuerdo siempre de mis alumnos de Bérchules, porque por aquel entonces, ahora se tarda un poco menos, tenían que hacer una hora de autobús, que casi siempre era más, porque las carreteras acostumbraban a sufrir los desprendimientos, que debían ser sorteados. Siempre nos contaban que una hora era el tope legal que existía. Toda localidad debía tener un centro con bachillerato en ese rango, y Bérchules lo tenía por los pelos, por aquel entonces.
El asunto es que un niño de primaria no puede hacer una hora de transporte. Ni siquiera debería hacer media. Los niños merecen ir al cole andando. Todo lo que no sea eso, implica una mala gestión o bien de los poderes públicos, o bien de los padres. Pero es lógico que las escuelas rurales van a ser poco eficientes, pero es porque toda la educación pública tiene la vocación de ser deficitaria. ¡Faltaría más! Y cualquier afán de reorganizar centros en virtud de la sostenibilidad presupuestaria, y no desde la búsqueda de dar un mejor servicio, será siempre mal acogida por la comunidad educativa.
Porque los pueblecitos merecen todos los recursos que la Administración pueda darles. Porque en ellos la educación es, más que en ningún otro lugar, palanca de cambio. Y porque son realidades muy complejas, y municipios donde todo sigue unas normas diferentes, normas que nadie puede comprender desde fuera. Por tanto, no es admisible que se tomen decisiones sobre ellos en despachos habitados por personas que jamás han, ni siquiera por turismo, residido en ellos.
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