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Los Olivos Suicidas

El pensionista

A la jubilación se llega sin preparación psicológica.

Ernesto Medina Rincón

Miércoles, 21 de febrero 2024, 23:45

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El funcionario me requería datos personales que tecleaba diligentemente en el ordenador: lugar y fecha de nacimiento, DNI, profesión. «Hasta hace un mes enseñaba latín…». ... Me interrumpió, «¿latín? ¿Sigue siendo una asignatura esa lengua muerta?». Lo de 'muerta' lo pronunció con un retintín de amargura porque su intelecto no debió de alcanzarle para las traducciones de César. Obvié preguntas de tamaño mal gusto para añadir que había sido director de Instituto. «¿Ya no? Claro, se ha jubilado. De profesión, pensionista». Me cagué elegantemente en sus muertos - «iguales que el latín» añadí- antes de romperle el teclado a puñetazos para evitar la tentación inminente de hacer malabares con su cabeza y otras esferas anatómicas. Cuando hubo llegado el guardia de seguridad, yo llevaba un rato en la calle buscando desesperadamente un supermercado para comprar una botella de brandi que pensaba beberme del tirón. Impropio, pero efectivo: el alcohol para ahogar las penas.

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