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Los olivos suicidas

La negación del adúltero

El juicio y la sentencia serán céleres. Pero incluso condenado perseverará en la negación del adúltero.

Ernesto Medina Rincón

Jaén

Miércoles, 26 de noviembre 2025, 21:48

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Cegado por la pasión, agotado por el hastío o simplemente por paladear el placer agridulce de arrostrar el peligro el adúltero se lanza sin red ... a la aventura. En el impulso primario del gozo carnal o en el pensamiento más elaborado con el que satisface el ego se cree invulnerable. A los mil ojos de la calle invisible. Al perfume extraño o al cabello prendido en la camisa. Considera natural la doble vida. No toma precauciones. Por supuesto, no se preocupa de las coartadas. La progresión geométrica de sus devaneos es proporcional a la sensación de impunidad. Ignora las huellas que quedan a su paso hasta que de pronto, en un fugaz instante, se arman todas las piezas del rompecabezas que completa una sentencia fatal. En ese momento no cabe el recurso del manido «no es lo que parece». Sólo resta la negación. Que, en cierta manera, le crea una neurosis por cuanto supone renegar del deleite vivido, que ya se antoja lejano y ajado. No, no, no. El juicio y la sentencia serán céleres. Pero incluso condenado perseverará en la negación del adúltero.

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