Gol del Real Jaén
Necesitamos autovías, ferrocarril, industrias, inversiones públicas. También que el Real Jaén suba. Lo cual es responsabilidad de todos
Ernesto Medina
Jaén
Miércoles, 6 de septiembre 2023, 23:11
El socio número tres estaba regando las macetas de la terraza. Si acometía él la labor, evitaba un traspiés de su mujer. Tenía tiempo antes ... del partido. Con los mismos polo, bermudas y chanclas con los que había dejado transcurrir la calurosa tarde de mediados de junio abrió el grifo de la manguera. Uno de sus hijos escuchó el golpe cuando entraba en la casa. Se lo encontró tumbado en el suelo mojado. No había sido un remate de cabeza en plancha, recurso que añoraba en los futbolistas actuales, «si en lugar de intentar meterla con el pie se hubiera lanzado en plancha, hubiera llegado. Igual que hacía Arregui».
Mi padre rechazó ayuda para levantarse. Se negó rotundamente a ir al médico. «Ha sido un resbalón». Con ochenta y seis años levantaba las piernas y movía la cintura, como si estuviera calentando en la banda de La Victoria, para demostrar que estaba bien. «No me ha pasado nada. El Jaén juega dentro de una hora. Me visto y al fútbol». Mi madre se fue detrás de él. Su obligación, y sobre todo su amor, le exigían insistir por más que supiera que era causa perdida. Consiguió al menos que fuese en coche y que la llamase en el descanso para contarle que seguía bien. Vistiose holgada chaqueta de entretiempo por más que no pareciera que iba a refrescar
Una vez hubo acabado el partido, se quitó la chaqueta para sentarse en el coche. Hizo un gesto raro al sacarse una manga. Tenía un bulto en el codo derecho del tamaño de un huevo grande. Comprendimos que había camuflado con la americana la consecuencia del golpe. Mis hermanos comenzaron una letanía de reproches. Que si el brazo roto o mínimo una luxación de codo. El socio número tres simplemente arguyó «¡qué listos sois! Me iba a perder la eliminatoria de ascenso por un pequeño percance».
Le di un beso en la frente mezcla de cariño, admiración y respeto. «¡Tus huevos ahí, jefe!». Admitió que le echase un ojo Juanjo -su médico amigo- para luego decidir si tirábamos para urgencias. Yo no ignoraba que en aquella decisión paterna había una obvia afición al fútbol, pero sobre todo implicaba patriotismo. Mi padre era consciente de que los triunfos en el césped conllevaban repercusión económica, autoestima y presencia en la prensa. Un peldaño para lograr el desarrollo económico y social de la tierra que amaba.
El domingo comienza el Real Jaén la Liga. Intenta salir de la quinta división. Juega con equipos de pueblos que algunos seguidores ignoraban que existiesen en la geografía andaluza. Es común encontrarse desencantados que han decidido no abonarse. Hay descreídos que prefieren los partidos por televisión al abrigo del brasero. Otros se ponen olivos de oro en las solapas, pero son incapaces de pagar treinta euros por un carné de simpatizante que da derecho a dos entradas.
Necesitamos autovías, ferrocarril, industrias, inversiones públicas. También que el Real Jaén suba. Lo cual es responsabilidad de todos. Empecemos por cuidar nuestras instituciones y símbolos para después exigir que los gobernantes nos piten, aunque no lo sean, penaltis a favor.
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