El poder de la palabra
Enrique Gervilla
Martes, 2 de abril 2024, 00:17
El jueves 7 de abril, en su página 16, IDEAL publicaba un artículo mío sobre el concepto genérico de la manipulación. En él sosteníamos que « ... la manipulación distorsiona la verdad en beneficio propio, sin respeto alguno a la dignidad humana, pues trata a las personas como si fuesen objetos». Entre las múltiples maneras de manipular, hoy nos centramos en la manipulación del lenguaje.
La fuerza de la palabra
Los medios de información se denominan el quinto poder porque dominan, difunden y crean opinión. Los lingüistas nos enseñan que las palabras nunca son neutras, sino que están cargadas de sentido, pues al nombrar realidades, también connotan significados, valores, relaciones, afectos y cosmovisiones.
El lenguaje es el mayor don que posee el ser humano, pero también el más problemático, pues el lenguaje puede ser tierno o cruel, amable o displicente, difusor de la verdad o propagador de la mentira. Con toda razón dice el proverbio chino: «Las palabras son como las abejas: tienen miel y aguijón».
En verdad, tenía razón Ortega y Gasset al advertir: «¡Cuidado con los términos, que son los déspotas más duros que la Humanidad padece!». Y un especialista en revoluciones, José Stalin, afirmó: «De todos los monopolios de que disfruta el Estado ninguno será tan crucial como su monopolio sobre la definición de las palabras. El arma esencial para el control político será el diccionario».
Las palabras talismán
El lenguaje crea palabras cargadas de un prestigio especial que nadie pone en duda. Son palabras 'talismán' que condensan en sí todas las excelencias de la vida humana. El manipulador saca amplio partido de este poder de los términos talismán. Sabe que, al introducirlos en un discurso, el pueblo queda intimidado, no ejerce su poder crítico y acepta ingenuamente su contenido.
El gran teórico de la comunicación MacLuhan acuñó la expresión de que «el medio es el mensaje». La televisión, la radio, la letra impresa, los espectáculos de diverso orden tienen un inmenso prestigio para quien los ve como una realidad prestigiosa.
La manipulación semántica
La manipulación semántica consiste en el uso parcial e inadecuado del lenguaje en beneficio propio, utilizando para ello vocablos de resonancia positiva, sin especificar su contenido. Así, palabras como: progreso, libertad, alegría, felicidad, equidad, moral, etc. son aplicadas a acciones y situaciones que pueden significar todo lo contrario. Los políticos y la propaganda suelen ser los campos de uso más frecuente, al crear un estado de opinión que, mediante la presión social, generan 'moda' e inducen a un determinado modo de hablar y pensar.
El filósofo A. López Quintás sostiene al respecto:
«Otra forma de manipulación es impuesta a multitud de personas por la manipulación del hombre a través del lenguaje y la imagen. De manera halagadora y artera, el manipulador impide a la gente pensar, sentir y elegir por propia cuenta; troquelada su mente y su corazón conforme a los intereses inconfesados, al tiempo que las convences de que está elevando su libertad a cotas nunca alcanzadas».
El físico, el químico, el matemático, o cualquier cultivador de las ciencias exactas o naturales carecen de este problema al poseer un lenguaje claramente codificado, su objeto de estudio es exacto. No así en las ciencias humanas, cuyo objeto de estudio es la precisión, no la exactitud, dada su riqueza y pluralidad semántica.
La manipulación publicitaria
El manipulador nunca demuestra nada, da por supuesto lo que le conviene. Una campaña bien orquestada puede poner de moda lo más ridículo y multiplicar el consumo de lo más inútil. La libertad del consumidor se reduce a consumir lo que le dan, lo que le mandan subliminalmente. Y si la publicidad es la manipulación de la palabra al servicio de intereses económicos, la propaganda lo es al servicio de los intereses económicos y políticos.
Según Anatole France, «una necedad repetida por muchas bocas no deja de ser una necedad». Ciertamente, mil mentiras no hacen una sola verdad, pero una mentira o una media verdad repetida por un medio poderoso de comunicación se convierte en una verdad 'de hecho'. En sentido orteguiano es una «creencia», es decir, algo intocable, es el suelo en que se asienta la vida intelectual del hombre. A formar este tipo de 'creencias' tiende la propaganda con vistas a tener un control soterrado de la mente, la voluntad y el sentimiento.
La publicidad es hoy una fuente de manipulación en cuanto manifiestan verdades parciales, cuando no engaños, con la única pretensión de vender más y más. He aquí algunos recursos que utiliza la publicidad, y que podemos constatar ante las variadas y bellas imágenes de diversos productos: placer inmediato, comodidad, libertad, éxito social o sexual, felicidad, lujo, moda, prestigio, juventud, belleza, culto al cuerpo…
Conclusiones
1. El lenguaje es el mayor don que poseemos los seres humanos, pero también el más problemático, pues su poder puede construir o destruir, estar al servicio de la verdad o de la mentira.
2. La manipulación semántica consiste en el uso parcial e inadecuado del lenguaje en beneficio propio, utilizando vocablos de resonancia positiva, sin especificar su contenido, como: progreso, libertad, juventud, felicidad, moral, etc.
3. La manipulación publicitaria es el manejo de la palabra al servicio de intereses económico con la única pretensión de vender más y más. No demuestra nada, sino que da por supuesto lo que le conviene, repitiendo verdades parciales, y a veces engañosas subliminalmente.
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