Crisis de valores en la sociedad actual
Enrique Gervilla
Sábado, 18 de mayo 2024, 23:29
Según el diccionario, «crisis» significa: «Cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación». La crisis, pues, es cambio, pero no desaparición, ... pues la carencia, en el tema de los valores, como ya afirmó Abraham Maslow, conllevaría la muerte o patología del ser humano en cuanto humano:
«Existir sin un sistema de valores es patológico. El ser humano necesita una trama de valores, una filosofía de la vida, una religión o un sustituto de la religión, de acuerdo con la cual vivir y pensar, de la misma manera que necesita de la luz solar, del calcio o del amor (...), porque muchas de las perturbaciones halladas en los niños y adolescentes deben ser interpretadas como consecuencia de la incertidumbre de los adultos acerca de los valores».
La razón de ello radica en que los seres humanos siempre se han planteado -más allá de sus conocimientos y técnicas utilitarias- cuestiones que atañen al sentido de su existir, creando universos simbólicos como respuesta. En las culturas ancestrales, y también en la actualidad, tales preguntas van vinculadas a actitudes religiosas de adoración, salvación, búsqueda de sentido... Por eso, la literatura de todos los tiempos, las leyes, las costumbres, el arte, las canciones, etc. han fomentado o rechazado unos u otros valores según el momento histórico.
Hoy, según la investigación realizada por la Fundación S. M. bajo el título: «Jóvenes en Iberoamérica 2021», -edad 15-29 años- lo más importante de su vida es la educación, la salud y la familia. Lo menos valorado: la política y la religión.
La vida humana es imposible sin valores
El ser humano, por naturaleza, anda hambriento del bien como de la comida, la bebida, el sexo o el descanso. Toda persona es un ser portador de valores, bien porque los crea, o bien porque los descubra. De aquí que expresiones tales como «vivimos en una sociedad sin valores», o bien «se han perdido los valores», o «la juventud de hoy carece de valores», etc., además de falsas, manifiestan un radicalismo e inmovilismo axiológico. Quienes tales afirmaciones sostienen sólo pueden afirmar que la sociedad o la juventud actual carecen de «sus valores», o de los valores vigentes años anteriores, pero no la carencia total de valores, pues tal carencia conllevaría la muerte del ser humano en cuanto humano, de la educación y del sentido de las relaciones humanas. De aquí que como afirma Victoria Camps «los valores no precisan justificación. Lo que exige ser justificado es la ausencia de ellos». La ausencia de ciertos valores es la causa de la violencia en sus múltiples modalidades, ocasionando la destrucción de la persona y de la convivencia familiar, escolar y ciudadana
La transición política en España
Desde el año 1975, año en el que se inicia la transición política en España, la sociedad española ha experimentado una profunda y acelerada transformación en el campo axiológico. Muchos valores de antes ya no lo son, otros han perdido vigor, y muchos otros emergen con la fuerza inicial de lo nuevo, incluso, a veces, en abierta oposición a los existentes en el inicio de la transición. Ello induce a afirmar el nacimiento de un nuevo modelo de hombre y de sociedad, denominada por los sociólogos sociedad «postindustrial», «postmoderna» o «postmaterialista».
Los valores de la legislación
Y justamente porque la vida es imposible sin valores, unos u otros, las leyes, reguladores de nuestra vida no pueden prescindir de ellos. Así, la Constitución española (1978), al regular la convivencia democrática de los ciudadanos, en su artículo primero afirma: «España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político». E igualmente el Tratado de la Constitución Europea (2004) en el artículo I-2 afirma: «La Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad».
La «desnudez de razón» ante el valor
Andamos «desnudos» de razón ante el valor, sin razones convincentes, o con tantas razones para unos y otros que se hace imposible, en algunos casos, la justificación de una opción como la mejor.
A toda valoración precede el conocimiento; éste, sin embargo, no es suficiente, es necesario también la emoción. El «flechazo» o enamoramiento, aunque con un fuerte predominio emocional, no es exclusivamente afectivo. Nadie puede amar lo que desconoce, pero el conocimiento no necesariamente lleva al afecto. De aquí que carezca de sentido obligar a vivir valores no aceptados. Los valores como el amor -ya lo afirmó Kant- no pueden mandarse.
Los valores se muestran, pero no se demuestran; se contagian, pero no se imponen. Andamos «desnudos de razón» como sostiene el profesor O. Fullat:
«Unos sostienen hasta a puñetazos que los valores son eternos. Hablan de sus valores, evidentemente. Si ponen tanto coraje en la contundencia física, se debe a que los valores no disfrutan de contundencia racional. Nadie pretende convencer de la exactitud de un razonamiento matemático a bastonazos; el solo razonamiento se basta. Sobran los golpes. Cuanto más desnudos andamos de razón, más uso hacemos de la tranca».
Sólo desde una actitud tolerante y abierta, lejos de dogmatismos e imposiciones, cabe una búsqueda conjunta del valor que haga posible la convivencia. Los siguientes versos de Machado son ilustrativos al respecto:
«¿Tu verdad? No.
La Verdad, ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela.
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