La difícil tarea de educar hoy
«Únicamente por la educación el hombre puede llegar a ser hombre» (Kant)
Enrique Cervilla Castillo
Domingo, 19 de enero 2025, 23:14
El día 24 de enero es señalado por la Unesco 'Día Internacional de la Educación' para resaltar la importancia de la educación como derecho humano, ... pues la educación es fundamental para erradicar toda clase de desigualdad, así como para inculcar el respeto de los Derechos Humanos. Pero sería un error dedicar a la educación un solo día, pues su importancia es tan fundamental que su actividad es permanente, nos educamos durante toda la vida.
Necesidad de la educación
Afirma el filósofo español Zubiri que «el hombre, al existir, se encuentra con la tarea primordial de que hay que hacerse», una tarea tan esencial como ineludible. No elegimos hacernos o no, sino el sentido o dirección de nuestro desarrollo y crecimiento.
El nacimiento nos da el ser, pero tenemos que construirnos el nuevo modo de ser, pues nacemos humanos, pero no humanizados; personas, pero no personalizados; sociables, pero no socializados. Heredamos capacidades, pero hemos de optar por su grado de desarrollo y orden jerárquico de las mismas. A esta capacidad de los humanos para ser educados se denomina «educabilidad».
Cuando nuestra sociedad carecía de los potentes medios de comunicación actuales, la familia y la escuela eran los dos medios fundamentales, y casi únicos
El ser humano, indefenso, inmaduro e indeterminado en su nacimiento, necesita humanizarse, hemos de aprender a ser humanos. Esta es la función principal de la educación. Como ya afirmara Kant: «Únicamente por la educación el hombre puede llegar a ser hombre». Tal proceso de humanización, destino de todo hombre, se realiza mediante la incorporación de valores a la propia existencia. El ser humano no es pues un «animal educable» (que puede o no ser educado), sino «animal educandum», es decir, que necesariamente ha de ser educado so pena de quedarse en simple «animal». La educación, pues, es una necesidad cuyo dinamismo se extiende desde el nacimiento hasta la muerte.
Educar exige querer educarse
Imposible la educación sin la cooperación del educando, pues la acción educativa es un permanente proceso de construcción humana consciente, voluntaria y libre. Al calificar de «humana» tal construcción estamos con ello afirmando que sólo es posible en los seres humanos.
Iniciamos nuestra existencia siendo personas, pero hemos de aprender a ser humanos. Esta es la función principal, acaso única, de la educación. Este hacerse, que siempre es una tarea personal -insustituible e ineludible- se realiza mediante la opción vivencial de unos y otros valores, que configuran y desarrollan la singularidad humana.
La educación hace a los humanos más humanos
La educación es, pues, siempre un cambio por el que a los humanos nos hacemos más humanos. Educar y humanizar son dos verbos sinónimos, pues, en ambos casos, se trata de incorporar valores a la propia vida. La naturaleza peculiar de los humanos posibilita el razonamiento y el afecto, la capacidad de tomar decisiones libremente, le otorga la facultad de rectificar las opciones erróneas, de buscar la belleza y el bien moral...
La persona se convierte así, frente al resto de los animales, en autora de la formación de su propia vida. Y ello de modo personal, insustituible e ineludible. «La vida –escribe Ortega y Gasset– nos es dada, pero no nos es dada hecha, sino que necesitamos hacérnosla nosotros, cada cual la suya».
Muchos sembradores
Cuando nuestra sociedad carecía de los potentes medios de comunicación actuales, la familia y la escuela eran los dos medios fundamentales, y casi únicos, cuyo control y cuya siembra, determinaba la finalidad y eficacia de la educación. Hoy, sin embargo, familia y colegio siguen siendo pilares importantes, pero junto a ellos existen otros muchos sembradores y, a veces, con más eficacia, pues siembran la TV, las canciones, el cine, las discotecas, los amigos, las lecturas, Internet, etc. De aquí la queja de muchos padres que, habiendo seleccionado un colegio acorde con sus creencias y valores, tales objetivos no se han hecho realidad en sus hijos.
Nos hacemos humanos entre los humanos
El siguiente cuento, narrado por Anthony de Mello en 'El canto del pájaro', nos pone de manifiesto que, junto a la necesidad del crecimiento biológico (lentejas), es necesario también el desarrollo humano de esclavitud o liberación:
Estaba el filósofo Diógenes cenando lentejas cuando le vio el filósofo Aristipo, que vivía confortablemente a base de adular al rey. Y le dijo Aristipo: «Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura de lentejas».
A lo que Diógenes le replicó: «Si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey».
Conclusiones
1. El ser humano, indefenso, inmaduro e indeterminado en su nacimiento, necesita humanizarse, hemos de aprender a ser humanos. Esta es la función principal de la educación.
2. El ser humano es el único sujeto de la educación. Los animales son «adiestrados» pero no educados.
3. Educar y humanizar son aquí dos verbos sinónimos, pues, en ambos casos, se trata de incorporar valores a la propia vida.
4. Los poderosos medios de comunicación hoy son eficaces sembradores, por lo que la familia y la escuela, siendo dos instituciones importantes, carezcan de la eficacia de años anteriores.
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