Mis encuentros con Magdalena Merino
No es de extrañar que en los hermosos catálogos de sus exposiciones se hable de éxtasis, de volar, de la salida de los laberintos
dr. josé luis bimbela pedrola
Sábado, 2 de noviembre 2019, 01:23
Mis primeros encuentros con Magdalena Merino, escultora española figurativa, no fueron en realidad con ella, sino con sus obras, con sus bronces y sus hierros. ... Paseando por la Gran Vía granadina, y ejerciendo mis verbos favoritos (mirar, observar, contemplar) las descubrí en la galería Granada Capital. Me impresionaron en el escaparate. Estuve un buen rato ensimismado. Volví otro día y entré en la galería para acercarme más a ellas. Me demoré, disfrutando de su cercana visión; y entonces recibí un segundo impacto al leer los sugerentes títulos que acompañaban las obras. Decidí investigar la obra y a la artista. Y empecé a descubrir nuevas creaciones que me iban gustando más y más. Y llegaron los encuentros en la segunda fase, la fase e-mail. Le pregunté a Magdalena por los títulos que tanto me impactaban: 'Música del alma', 'Secuencias de paso', 'Eterno presente', 'Aleteo de sentimientos'.
Sus profundas reflexiones me iluminaron. Y compré. Y regalé. Y me regalé. Y entonces pude disfrutar del sentido que más he practicado desde que vivo en el sur, el tacto. Y acaricié con deleite las dos obras que llegaron entonces a mi hogar: 'La arquitectura del deseo', y 'Semilla de sueños'. Y lo sigo haciendo. Y, a partir de entonces, aproveché también cualquier viaje a Barcelona para pasear, con menos prisas y con más lentitudes, por los Jardines de la Clínica Teknon, y poder redescubrir en cada visión nuevas lecturas de su magnífica obra 'Viaje descifrado'. Paseos sanadores que me ayudaron antes y después de las visitas hospitalarias que en aquella época realizaba con frecuencia por mis problemas de dolor crónico. Curiosamente, ahora, casi una década después, hago un ritual de sanación bastante similar antes de acudir a mi centro de salud en el Albaicín: me acerco al Mirador de San Nicolás y me deleito intentando desvelar nuevos misterios que me sigue ofreciendo esa elegante y austera Alhambra. La he visto de día y de noche. Solo y en compañía. Con luz y a oscuras (celebrando 'Horas del planeta'); y hasta de distintos colores conmemorando acontecimientos y eventos varios. Bajo un sol abrasador o rodeada de nieve. Bajo nubes altas o entre nieblas bajas. Y siempre me cautiva, siempre. Y me siento feliz, ligero. Más libre, más espiritual.
Precisamente, como señala el pintor Marcos Carrasco, las obras de Magdalena Merino desencadenan una suerte de 'elevación espiritual' en el espectador. Me ocurrió la primera vez. Y me sigue ocurriendo cada vez que las contemplo. Creo que han sido parte de las semillas que han fructificado en mi última aportación a la Salud Pública: la Salud Espiritual; esa dimensión ligada al sentido de la vida; y que, con la Dra. Mariola Bernal, hemos consolidado en la Escuela Andaluza de Salud Pública, apoyándonos en evidencias científicas cada vez más contundentes.
Volviendo a mis encuentros con la protagonista de este artículo, Magdalena Merino, más tarde llegaron, por fin, los encuentros en la tercera fase (la presencial) en su taller de la sierra madrileña. Qué gozo pasear con ella por esos mágicos lugares de pasión creadora y de arduo trabajo. Sus esculturas me transmiten esa energía y esa fuerza que me ayudan a levantar el vuelo, a resurgir cual ave fénix de mis propias cenizas, de mis tristezas, de mis lodos, ¡qué bello y simbólico recordar que la flor de loto crece en el barro! No es de extrañar que en los hermosos catálogos de presentación de sus exposiciones se hable de éxtasis, de volar, de las salidas de los laberintos. Y volando, volando… recuerdo a Eduardo Galeano cuando en su relato 'El viaje' dice que los recién nacidos manotean como buscando a alguien; y que los ancianos mueren queriendo alzar los brazos. Y concluye: «Entre dos aleteos, transcurre el viaje».
¿Una recomendación? Pasear por la web de Magdalena Merino disfrutando de sus colecciones: Raíces, árboles, naturaleza; Laberintos, caminos; Somos dos; Alas, vuelos, equilibrios; Mecanismos que mueven el mundo. Déjense llevar por sus intuiciones, por su corazón. Vuelen ligeros entre títulos y esculturas. Déjense conmover. Déjense… sanar. ¿Otra recomendación para este mes? 'El libro de los abrazos', el maravilloso texto de Galeano en el que se encuentra el relato citado.
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