¿Emergencia climática
Cada logro guerrillero aumentaba la moral de los españoles y era transmitido de boca en boca como un paso más hacia la victoria
adela tarifa
Jueves, 2 de abril 2020, 03:13
Ya tenemos funcionando un nuevo ministerio, el de transición ecológica. Otro gasto más que carga en nuestras espaldas. La verdad, todavía no sé quien lo ... regenta. Muchos españoles tampoco lo saben. Ni siquiera esta terrible crisis del coronavirus chino que nos ha encarcelado a todos ha sido ocasión para aprender la lista de los más de 20 ministerios que ahora paga España. ¡Pero si ya sobraban alguno de los 12 ministerios que hubo en tiempos de Rajoy!. Haga usted la prueba amigo lector, pregunte y verá que nadie hoy sabe el nombre de todos los ministros. No ha hecho falta esta epidemia para percibir que hace ya mucho tiempo que se instaló en España la desafección política, rodeados personajillos impresentables y de corruptelas que dejaban ir por cloacas inmundas el dinero público, el que sale de nuestros bolsillos. Ese desprecio a la clase política es malo, pero algunos se lo ganan a pulso, y algunas. No creo que aumentar los cargos públicos mejore la gestión pública pero es seguro que suponen más impuestos, y más pobreza.
La ecuación es simple: a más políticos, más paro. Y así se evapora la clase media, sustento económico de cualquier democracia. En la España de hoy pertenecer a la clase media es lo peor que puede pasar. Es estar en terreno de nadie. No los protegen los líderes de la acampada de Sol, hoy elevados a elite capitalista, defensores de extender el modelo venezolano para los demás; los ignora la derecha, porque la clase media no hace ruido. La clase media reza aquello de 'Virgencita, qué me quede como estoy'. Pero la Virgen de momento tampoco los escucha, a tenor de lo que llega de la información económica, terrorífica en presagios.
En estos días de pesadilla colectiva el país vive aterrorizado, indignado, escandalizado y atónito ante lo que nos ha caído encima de golpe; porque hasta hace nada se afirmaba por el poder gobernante que nuestro riesgo de contagio era insignificante. Hoy los noticiarios dan pánico. Hemos pasado en un segundo de 'no pasa nada' a tener más de 800 muertos al día; aunque lo terrible a veces no es morir sino hacerlo sin atención sanitaria correcta, aislado y en soledad. Aquí las víctimas se multiplican hasta el infinito, pues no es menos víctima quien sabe de la muerte y el sufrimiento de los que son su vida sin poder darles compañía y consuelo en sus horas finales. Esas heridas no van a cicatrizar nunca. Y no creo que haya consuelo jamás para almas llenas de ausencias tan inmensas. Seria contar y no acabar nunca.
Aparte del sufrimiento por tantas vidas inocentes perdidas, cargará como una losa sobre España el drama económico. Va a ser un desastre colosal. Pero es que llueve sobre mojado, porque, como ha pasado con la epidemia, también nos intentaban ocultar hace cuatro siestas la verdad: La verdad es que el mes de enero subió el paro como no subía en seis años. Y que los agricultores se habían echado a la calle. No ganan ni para pipas, dicen. Y los tiene abandonados en esa España que vino a redimir 'Teruel existe'. La verdad es que aparte de emergencias climáticas teníamos encima otras más urgentes y peligrosas, como económica; y la sanitaria, que la gestiona como puede y sabe un filósofo catalán, al que pusieron como Ministro de Sanidad. Para serles sincera, como veo poco los telediarios oficiales, y no presto interés a minucias pasajeras, todavía no sé su nombre. Aunque tengo compasión de él, por el marrón que le ha caído encima. Es como si a mí, historiadora, me hubieran nombrado ministra de Medio ambiente. No habría aceptado. Es que no soy experta en la cosa.
Bueno, la verdad es que hoy no iba a hablar del coronavirus, ni de desastre total que nos rodea. Servidora iba a hablar de otro asunto que no es moco de pavo: lo de que al fin, según el gobierno, nos vamos a convertir en la vanguardia de la lucha contra el cambio climático mundial, y que para eso era imprescindible tener un muevo ministro (o ministra). Toca pagarle el sueldo. Vale. Espero que se lo gane. Pero de ese asunto escribiré con más calma otro día. Hoy el tema de la contaminación en el Centro de Madrid ha perdido interés para los millones de españoles confinados que todavía no nos podemos creer lo que vemos. No hay palabras de consuelo para los que más sufren. Respecto al perdón y la disculpa, eso va a cuenta de cada conciencia. De quien la tenga.
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