Una alimentación adecuada y la práctica deportiva son los pilares básicos de una buena salud. La actividad más fácil de practicar, pues no requiere ropa ... ni calzado especiales, es caminar, pues esta actividad nos reporta múltiples beneficios: libera endorfinas, lo cual nos hace más felices; reduce el riesgo de infartos; previene y controla el cáncer, la demencia (en un 50%), las enfermedades cardíacas, la presión arterial, la diabetes tipo 2, el resfriado y la gripe; es eficaz para perder peso; fortalece huesos y músculos y alivia los dolores articulares; equilibra el colesterol malo y eleva el bueno; reduce los niveles de estrés y ansiedad, y mantiene el cerebro ágil; mejora el equilibrio, reduciendo el riesgo de caídas; favorece el sueño; eleva el ánimo… Es decir, caminar nos proporciona mejor salud y nos da vida.
¿Cuánto tiempo y qué distancias son las adecuadas? La OMS recomienda 10.000 pasos diarios, aunque todo depende de la condición física y la edad de cada uno. La Universidad de Harvard (EE UU) considera que cuantos más pasos se dan menor es el riesgo de morir, aunque los efectos positivos se estabilizan en torno a los 7.500 pasos, y, que, incluso, andando 4.000 pasos al día podría ser suficiente para prevenir las enfermedades graves. Según el cardiólogo Norberto Debbag, la OMS establece un mínimo de 150 minutos semanales (30 minutos de actividad física cinco días a la semana), es decir, 3.000 pasos al día.
Pasear ha inspirado a muchos filósofos. Sócrates fue un filósofo caminante. Para él, los pensamientos brotan más fácilmente paseando. Aristóteles fundó la 'Escuela Peripatética', que significa ambulante o itinerante, pues el filósofo caminaba mientras explicaba. Kierkegaard decía: «Todos los días llego caminando hacia un estado de bienestar, y del mismo modo, caminando, me alejo de la enfermedad». Nietzsche afirmaba: «No escribo solo con la mano. El pie siempre quiere escribir conmigo». Y es que, según la Universidad de Stanford, dar un paseo ayuda a cultivar la creatividad.
Además de todo ello, estamos en una tierra donde pasear es un deleite por la belleza de nuestros parajes. Si queremos grandes caminatas, podemos visitar: Los Cahorros (Monachil), Barranco de la Luna (Lecrín), Ruta del Gollizno (Moclín), Vereda de la Estrella, Llano de la Perdiz, Jesús del Valle, Fuente del Avellano, Dehesa del Generalife y Silla del Moro, Vega de Granada, Alayos…
En definitiva, caminar siempre es bueno para la salud, pero hacerlo, además, con vistas privilegiadas, es un auténtico placer. Por eso, si los senderos anteriores nos parecen distantes y poco accesibles, hay multitud de rutas en la capital para andar tranquila y reposadamente: monumentos del centro de la ciudad (Catedral, Capilla Real, San Juan de Dios, Perpetuo Socorro, San Justo y Pastor…), Paseo de los Tristes, Sacromonte, visitas al Albaicín, Fuente de la Bicha, Realejo, ruta de Boabdil, ruta de Lorca, ruta del Padre Suárez, Paseos del Salón y de la Bomba… Un numeroso grupo de amigos tenemos, desde hace ya tiempo, una sana costumbre que se inscribe en la importancia de lo dicho: cada mes visitamos un monumento granadino o una exposición, y, tras una larga caminata por un paraje pintoresco, comemos juntos, con lo cual cultivamos el ejercicio físico, la cultura y lo más noble que el ser humano tiene: la amistad.
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