Yo te maldigo, taza de Mr. Wonderful
Elena Sevillano
Periodista
Martes, 16 de enero 2024, 23:07
Acaba de publicarse la última encuesta del CIS acerca de las percepciones sobre la igualdad entre hombres y mujeres y uno de sus resultados es ... que nosotras dedicamos casi siete horas de media al día (412 minutos) al cuidado de los hijos, el doble que los hombres. Permítanme que me acode en una barra imaginaria y suelte aquello de «Sujétame el cubata». Señores y señoras del Centro de Investigaciones Sociológicas: casi cualquier pariente o amiga de mi entorno hace ya mucho tiempo que llegó a esas mismas conclusiones sin necesidad de ningún estudio. No creo que ninguna mida el tiempo cronómetro en mano, pero la evidencia empírica es demoledora.
Seguro que hay hogares en los que la carga doméstica se lleva al 50%, pero hasta el machirulo más acérrimo (bueno, ese a lo mejor no) convendrá conmigo en que cosicas como atender a la prole, barrer, poner lavadoras o fregar cuartos de baño llevan, en su inmensa mayoría, escrito un nombre femenino. El caso es que no he sido yo, ni ninguna de las que conozco, quienes lo hemos escrito. A saber.
Lejos de mi ánimo está el ser una desagradecida con la investigación del CIS. Bienvenidos sean los datos que ayudan a ser conscientes de dónde estamos, y a medir hipotéticas mejoras. Por eso, en la misma línea, propongo una investigación a fondo sobre la llamada «carga mental» que soportamos las mujeres, y que hace referencia a ese trabajo invisible, cualitativo y, por lo tanto, mucho más complicado de cuantificar, que realizamos día a día para que el engranaje de nuestras vidas funcione.
Que cada cuál y cada cuála se pregunte, como ejercicio, quién lleva a los niños al médico, quién acude cuando llaman del colegio para recogerlos por una emergencia, quién tiene en la cabeza las carencias y necesidades del frigorífico, y cuál será el menú del día siguiente. Quién sabe dónde está todo en casa (mayormente porque se ha encargado de colocarlo): desde unos calzoncillos al chándal del fútbol o la botella de agua para la mochila. A quién reclama la familia, en una graciosa cacofonía de voces entonando enfado y desesperación, cuando se pierde algo. Cuántas veces ese algo no está perdido sino en su sitio (lo que nos hace volver a lo de quién sabe dónde está todo). Quién salta sobre un montón de ropa sucia que alguien se ha dejado tirada por el pasillo de camino a la ducha, y quién se agacha para recogerla y ponerla en el cesto de la ropa sucia, que digo yo que se llamará así por algo.
Nos han vendido el cuento de la superwoman, de que podemos con todo (¡Yo te maldigo, taza de Mr. Wonderful!), así que trabajamos como posesas fuera sin haber resuelto la conciliación ni el reparto igualitario de tareas de puertas para dentro. Un 72,5% de las mujeres (y un 58,5% de los hombres) encuestados por el CIS aseguran que ellas lo tienen peor para compaginar vida familiar y laboral. El 67,8% de las mujeres creen que lo tienen más difícil para acceder a un puesto de responsabilidad, y lo mismo opina el 50,9% de los hombres. El 78,1% de las entrevistadas está de acuerdo con la afirmación: «Las mujeres tienen que esforzarse más que los hombres para demostrar que pueden desempeñar el mismo puesto de trabajo».
Nada de lo que leía de la investigación del CIS me estaba sorprendiendo, nada de nada, hasta que llegué al párrafo: «Un 44,1% de los hombres asegura que se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora se está discriminando a los hombres». Pero, si les parece, esto lo comento en el siguiente artículo, que creo que hay bastante tela que cortar.
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