Una oportunidad única
«Una encuesta de El País reflejaba que el 90% de los españoles se siente decepcionado, enfadado o preocupado por la situación creada»
Ángel Iturbide
Lunes, 23 de septiembre 2019, 01:38
Los periódicos del domingo, muchos de ellos, vinieron cargados de encuestas en la víspera de la disolución de las cámaras y la convocatoria de elecciones ... generales para el 10 de noviembre. La de El País reflejaba que el 90% de los españoles se siente decepcionado, enfadado o preocupado por la situación y que más de la mitad (54%) considera que en los últimos meses el funcionamiento de la democracia se ha deteriorado. Así pues y como nadie nos va a evitar el ir a votar este país tiene ante sí una oportunidad única de mejorar nuestra democracia. Deberíamos aprovecharla y exigir a nuestros dirigentes (si alguna vez se ponen de acuerdo para dirigirnos) la asunción de medidas que saneen nuestro sistema democrático y, a la vez, nos libren de esta clase de políticos que han demostrado muy poca capacidad, así como del resto de diputados y senadores que son meros comparsas de sus jefes a los que hacen la ola permanentemente y nada más, y eviten situaciones como la que estamos viviendo. Pero antes de todo eso yo espero ver un mínimo de autocrítica entre los principales actores de todo este desaguisado. Resulta inverosímil a la par que sonrojante que ninguno de los líderes de los grandes partidos (grandes por el número de votos que no por su capacidad profesional), como son PSOE, PP, Unidas Podemos y Ciudadanos haya hecho la más mínima autocrítica y se haya llegado a la repetición de las elecciones como si la culpa fuera de todos menos de ellos. Algunas voces dicen que hasta debieran pedir perdón a la sociedad y lo mismo debería ser así.
El caso es que a un país tan enfadado y decepcionado con sus dirigentes políticos como el nuestro hay que darle satisfacción. Así, una vez las urnas hablen y se forme un gobierno se debe adoptar una serie de medidas para desagraviar a todo el electorado. El cambio de la ley electoral es imprescindible y debiera recoger la limitación de mandatos de los candidatos a presidente del gobierno, pero también de los representantes públicos salidos de las urnas. Es decir que se debe terminar con la profesionalización de los políticos, dado que la política no debe ser una profesión sino una vocación. Así terminaríamos con esos 350 diputados, una suerte de claque, que se limitan a aplaudir a su líder y a abuchear al que no lo es. Lo mismo con esos 265 senadores que hacen más de lo mismo. Un tiempo concreto en la política y después a sus casas sin derecho a volver. Y desde luego que desde el mismo momento de la disolución de las cortes se deje de percibir salario alguno. Por supuesto, la implantación de listas abiertas para que el elector de verdad elija a quien desea votar y no tenga que pasar más veces por la ley del embudo. Doy por hecho que nuestros dirigentes harán por fin autocrítica y aprobarán las segundas vueltas en todos los comicios a fin de evitar situaciones como las que nos han abocado nuevamente a las urnas. Si lo anterior no sale que candidatos que no han sido capaces de negociar sean desde ese momento historia.
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