El mundo vive en violencia; y, los jóvenes, educados en la agresividad y en la afrenta, siguen el camino de los mayores. Algunos ejemplos. La ... guerra de Ucrania, ideada por un sátrapa, con delirios de grandeza, en la que cada día se repiten crímenes de lesa humanidad. Un joven de 18 años, de Texas, compra un rifle y una pistola, y mata, en una escuela, a 19 niños y a dos profesoras, mientras que muchos republicanos, liderados por Trump, defienden la libre adquisición de armas. En el municipio valenciano de Burjassot, los familiares reciben entre aplausos y vítores a los cinco menores detenidos, para los que el fiscal pedía internamiento, por la presunta violación de dos niñas de doce años…
El sabio español Emilio Lledó, que a sus 94 años acaba de publicar su obra 'Identidad y amistad', entiende que el hombre no es un lobo para el hombre, sino que las relaciones humanas serán amistosas o violentas según la educación que recibamos. Para él, habría que volver al origen de la polis griega, en la que prevalecían la solidaridad, la comunicación y la convivencia, pues se basaba en la idea platónica y aristotélica de que no nos bastamos, sino que nos necesitamos y estamos obligados a convivir. Según él, la educación es básica para la convivencia, pero «si se meten grumos mentales en la cabeza de los niños, ya no les dejan crecer en libertad… Parece que no progresamos… Tenemos que lograr la fluidez mental suficiente para entender que es necesaria la convivencia».
Hoy, en medio de tanta violencia, hay que reivindicar la figura de María Montessori, italiana, médica, educadora y pedagoga, que tuvo que huir de Italia, su tierra, porque su concepción de la enseñanza no agradaba a Mussolini. Se vino a Barcelona, y la dictadura la obligó a trasladarse a Países Bajos. Su pedagogía es una educación para la paz. En sus escuelas se crea un clima de cooperación, que facilita la paz. Pero para modelar la conducta pacífica de los niños, los profesores tienen que encontrar, primero, su propia paz. En su método de enseñanza, se respetan los ritmos de aprendizaje de cada niño, y se centra en el desarrollo integral del ser humano, para lograr que cada niño se convierta en la mejor persona que puede ser. Citando a Dante, entendía que «la mayor sabiduría era primero amar, pues cuando este sentimiento se despierta en los niños y en la gente, se hacen más humanos y las guerras brutales llegarán a su fin».
José Andrés, el chef de reconocido prestigio en España y EE UU, y excelente persona, al que muchos colectivos proponen, con justicia, como futuro premio Nobel de la Paz, porque allí donde hay hambre y guerras, está él presente para dar esperanza y alimentos (ahora se encuentra en Ucrania consolando y repartiendo comida), decía, recientemente, que los que no aceptan que los de diferente credo, ideología o color de la piel ocupen cargos ejecutivos, legislativos o sociales, no son demócratas. La democracia, dice él, es respetar al otro y empatizar con él. Nos sobran enfrentamientos y nos faltan encuentros y ámbitos de paz. «Los auténticos demócratas, según José Andrés, son los que bajan los muros y hacen las mesas más largas».
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