Salustiano Masó: cien años de vida y poesía

Nacido en Alcalá de Henares el 26 de junio de 1923, el poeta acaba de celebrar su centenario en Güéjar Sierra, donde desde hace tres años vive en un piso cercano a la casa de su hijo, el escultor y catedrático universitario Alfonso Masó. Así que, aun habiendo nacido «como cualquiera, sujeto... a la ley de la muerte», Salustiano ha conseguido sortearla sobreviviendo a una cruenta guerra civil, cuarenta años de dictadura, media vida de trabajo por cuenta ajena, siete décadas de creación literaria como poeta y traductor, e incluso la reciente pandemia que a tantos miles de personas de su edad, e incluso mucho más jóvenes que él, se ha llevado por delante.

De formación autodidacta, este paisano del autor del Quijote no solo es uno de los poetas más importantes de la segunda mitad del siglo XX en nuestra 'lengua de Cervantes', sino también uno de los más desconocidos para la inmensa mayoría de sus lectores, como ya otro alcalaíno y también traductor, Daniel López-Serrano, escribía en 'Vasos Comunicantes', revista de la Asociación Colegial de Escritores, reivindicando su rescate del olvido. Un olvido tan injusto como injustificado, y un rescate tan necesario como oportuno. Porque Masó –cuyo legado literario y bibliográfico forma parte, desde el pasado mes de marzo, del archivo de la Fundación Jorge Guillén, en Valladolid– cuenta en su haber con 22 poemarios publicados, más tres antologías y un libro de memorias, centenares de traducciones de conocidas obras de la literatura universal y más de una quincena de importantes premios literarios, tanto a su poesía como a sus traducciones.

Proclamado por Gerardo Diego en ABC como «uno de nuestros mejores y más hondos poetas» (22-X-1967), y habiéndose definido él como 'proletario' y 'republicano', su nombre quedará en mi recuerdo doblemente unido al de Miguel Hernández, que estuvo primero en el jurado del concurso infantil donde Salustiano consiguió su primer galardón, en plena contienda civil, y dio nombre décadas después a uno de los premios más importantes de su carrera: el internacional de poesía creado en Orihuela y concedido a Masó en 1978 por 'Así es Babilonia'.