La vergüenza de Rubiales
El inadmisible abuso a una jugadora y la prepotencia machista de la que hace gala le inhabilitan para dirigir el fútbol español
Editorial
Viernes, 25 de agosto 2023, 23:09
Luis Rubiales estaba moralmente inhabilitado para permanecer en su cargo desde que, en un repugnante abuso de poder, apresó por la nuca a la futbolista ... Jenni Hermoso, la atrajo hacia sí y la besó en la boca tras la histórica gesta de la selección femenina al proclamarse campeona del mundo. Minutos antes había quedado retratado su estilo soez al agarrarse de forma ostentosa los genitales en el palco de autoridades. No contento con esos inadmisibles comportamientos, el todavía presidente de la federación, en una grosera exhibición de prepotencia y chulería, acusó ayer de mentir a su víctima, se disfrazó de tal al denunciar una supuesta «cacería» en su contra que perseguiría su «asesinato social» y se atrincheró en el puesto frente al clamor institucional y social que exige su dimisión. Esa resistencia y la gasolina que de forma irresponsable y sin rubor alguno echó al fuego solo añadirán ruido a su inexorable relevo de una responsabilidad en la que no puede continuar bajo ningún concepto y en la que tiene las horas contadas.
El Gobierno activó ayer los trámites para apartarle de forma inmediata al presentar una denuncia por «falta muy grave» ante el Tribunal Administrativo del Deporte. «Esto debe ser el MeeToo del fútbol español», señaló el presidente del Consejo Superior de Deportes, mientras Rubiales quedaba en evidencia al proclamar Jenni Hermoso que el beso «no fue consentido», varias compañeras de La Roja se solidarizaban con ella y se registraba una cascada de dimisiones de directivos territoriales. El esperpéntico discurso del presidente ante los fieles que le quedan en la asamblea, incluida una insólita oferta de renovación en público al seleccionador femenino aireando su sueldo futuro y el actual, que se verá triplicado, obliga a preguntarse en qué manos ha estado la federación y explica los sórdidos escándalos que la han salpicado.
Así como este lamentable caso ha eclipsado la hazaña de la selección, su desenlace constituye una victoria adicional para las jugadoras que lo hicieron posible. El fútbol español, sin embargo, no tiene motivos para sentirse satisfecho. Ha sido clamoroso el silencio mantenido durante días por clubes y deportistas de élite, que solo han alzado la voz cuando Rubiales estaba contra las cuerdas por la presión social y política. El machismo no puede tener cabida en nuestra sociedad. Tampoco en los estadios. La vergüenza para todo el país que ha supuesto este bochornoso espectáculo no se puede repetir.
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