Ecumenismo y semana de oración para la unidad de los cristianos
urbano alonso del campo, o. p.
Viernes, 24 de enero 2020, 22:26
Del 18 al 25 de enero celebramos la semana de oración por la unidad de los cristianos. He creído que sería más oportuno, e incluso ... necesario, previamente hablar del 'derecho sobre el ecumenismo', aprobado en el Concilio Vaticano II. Me refiero al Decreto –no Constitución– 'Unitatis Redintegratio' sobre el ecumenismo, sin hacer referencia a la declaración 'vostra aetate' sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, ni a la 'Dignitatis humanae' sobre la libertad religiosa.
El Papa Pablo VI promulgó un 'Decreto sobre el ecumenismo' el 21 de noviembre de 1964, en el que desarrolla más ampliamente y con sentido ya más pastoral los capítulos del 'Decreto Redintegratio'.
El restablecimiento de la unidad entre los cristianos es uno de los propósitos principales de este concilio. La división de las verdaderas Iglesias que se presentan ante los hombres como la verdadera herencia de Cristo, contradice a la voluntad de Dios y es motivo de escándalo para el mundo. En estos últimos tiempos, Dios ha dado a muchas personas y comunidades la gracia de un vivo deseo de la unión. Alegrándonos de ello, este concilio quisiera proponer a todos los católicos los medios para responder a esta gracia divina.
La unidad se puede empezar a vivir ya
Cuando hay voluntad de diálogo entre dos partes lo lógico es poner en el centro lo que une, no lo que separa. Eso han hecho los responsables de la Federación Mundial Luterana y el Papa al conmemorar juntos en Suecia el V Centenario de la Reforma Protestante, un acontecimiento histórico que corona cinco décadas de diálogo ecuménico en las que se ha producido más avances que en los 450 años precedentes. No han faltado agoreros que de una u otra parte han puesto el foco en las grandes diferencias de fondo aún existentes. De sobra son conocidas esas diferencias. Pero era importante aprovechar la efeméride para reafirmar la voluntad de seguir avanzando, conforme a la voluntad nítidamente expresada por Jesús en la Última Cena.
Tras el paso de gigante que supuso en 1999 la Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación, el Papa ha reconocido que no será fácil, a corto plazo, progresar mucho más en el diálogo teológico. Los trabajos siguen a su ritmo, pero hay otras vías que Francisco anima a seguir explorando. En la entrevista publicada en vísperas del viaje, Francisco aludía a la oración común y al trabajo conjunto en obras de misericordia, sin olvidar el ecumenismo de sangre, el testimonio de martirio que dan en algunos países los cristianos. El hecho de que sus perseguidores no parezcan fijarse demasiado en la confesión concreta de sus víctimas –como continuamente recuerda el Papa– debería suscitar una seria reflexión.
En contextos cada vez más plurales, la urgencia del ecumenismo se acrecienta y se muestra con mayor claridad que la credibilidad del anuncio del Evangelio está vinculada a la unidad. Lo que el Papa y la nueva Declaración Conjunta de Lund afirman que ese testimonio de unidad no debe hacerse esperar. Por eso el documento exhorta «a todas las comunidades y parroquias luteranas y católicas que sean valientes, creativas, alegres y que tengan esperanza. En su compromiso para continuar el gran itinerario que tenemos ante nosotros». Ya, sin pérdida de tiempo.
La unidad de los cristianos no es una utopía
La visita del Papa a Ginebra para celebrar el 70 Aniversario del Consejo Mundial de las Iglesias (del que forman parte denominaciones con cerca de 600 millones de cristianos ortodoxos, anglicanos o hijos de la Reforma) se suma a una larga lista ya de gestos indispensables antes del Concilio Vaticano II. Al margen de los avances que se van produciendo en el plano teológico, es muy importante que ese horizonte de la unidad plena se vaya visualizando no como ideal utópico, sino como una meta realista que da cumplimiento a la petición de Jesús en la Última Cena. El Papa Francisco insiste mucho en la importancia del ecumenismo en lo concreto, trabajando juntos en temas como la defensa de la dignidad de la persona o el cuidado de la Creación. Sin olvidar el 'ecumenismo de la sangre', el testimonio de martirio que dan juntos muchos cristianos independientemente de su denominación. Pero en Ginebra, el obispo de Roma ha pedido ir un paso más allá: evangelizar juntos. Lo cual obliga también a profundizar en las propias raíces, 'en Jesús', en quien, como dijo el Papa, «los muros de separación ya han sido derribados».
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