Diputación
Ahora, aquellos que querían acabar con ella, callan
Juan de Dios Villanueva Roa
Miércoles, 10 de julio 2019, 00:27
La Diputación granadina continúa su rumbo. Este ente provincial, al que muchos quisieron fulminar cuando pretendían gobernar desde Madrid, ha iniciado un nuevo mandato. Ahora, ... aquellos que querían acabar con ella, callan. Debe ser que están entretenidos en tejer y destejer la red de mandos que los ocupa durante estos últimos meses. La cuestión es que a las instituciones las hacen útiles o inútiles quienes las dirigen. Nuestra diputación da señales de fortaleza, sin olvidar su principal cometido, que no es otro que atender las demandas y necesidades de los municipios más pequeños. Y no debe estar haciéndolo mal el equipo que la dirige, pues poco ha sido lo que ha salido públicamente contra su gestión. Considero importante resaltar que su constitución es reflejo de la realidad política provincial votada por el granadinismo; y así, el PSOE ha obtenido una mayoría absoluta. Aquí se suman los votos de los concejales, así, a pelo, sin más contubernios ni alianzas vis a vis ni tris a tris.
Sí parece que en estos momentos en los que Pepe Entrena está al frente ha conseguido gestionar con el apoyo de unas mayorías muy significativas, independientemente de los colores políticos, una institución que se ha vuelto a convertir en crucial en la defensa de los intereses provinciales, sin grandes voces ni alharacas. La Diputación ha estado presente en todas las mesas en las que los intereses de todos han estado sobre el tapete. Ahí tenemos, sin ir más lejos, las demandas de la llegada del AVE, que tanta controversia trajo durante los últimos tiempos; o el crecimiento de destinos desde nuestro aeropuerto, o la potenciación turística de la provincia. Otra cosa es la desfachatez con la que algunas compañías nos tratan (Vueling, por ejemplo), que habrá que afrontar de una forma seria en el futuro inmediato. Pepe Entrena, con su talante tranquilo y dialogador, y con un profundo conocimiento del municipalismo, supo afrontar el mandato pasado atendiendo a todos cuantos hasta él han llegado, a todos a cuantos él se ha aproximado, viendo sus carencias. Falta haría que en el resto de instituciones, quienes las gobiernan echaran mano a esta sensatez, capacidad de diálogo y empatía, porque hoy por hoy es lo que más falta hace. Con frecuencia se presentan situaciones impensables, o insostenibles, o sencillamente inexplicables, y la ciudadanía, que a la postre, aunque a veces no lo parezca, es el origen y el fin de la actuación política, ha de conocer, puesto que cuando se vota es para que lo público se gestione desde la transparencia y beneficio de la inmensa mayoría, no desde el ocultismo y beneficio de unos pocos que se lo guisan y se lo comen.
Las luchas políticas deben existir, pero el bien común, evidenciado en proyectos y acciones, en inversiones y gestiones lo más consensuadas posible, no debería verse afectado por intereses partidistas, y menos aún sin dar las explicaciones serias y pertinentes, porque ya deberían haber pasado aquellos tiempos de las trastiendas.
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