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Dice Simón

Si los test no tenían sentido en asintomáticos, a las semanas se sabía que los asintomáticos eran los que propagaban la enfermedad

Viernes, 15 de mayo 2020, 07:13

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La pandemia era un momento tan perfecto para creer en la ciencia como el Jueves Santo en Sevilla lo es para creer en Jesucristo. Así, ... queriendo creer, España convirtió a Fernando Simón en santo súbito. Menos mal que teníamos a Fernando Simón, decíamos. Después, el descreimiento fue tomando todo el espacio de la desconfianza. De una parte, comprendimos que Simón era el director de un centro de alertas sanitarias que no había sido capaz de advertir la mayor alerta sanitaria. A principios de marzo, uno se sentaba delante de la televisión con cierta fe científica e indefectiblemente, un tiempo después se decepcionaba. En esto se habían equivocado –lástima– y después se habían equivocado en lo otro. Recuerdo el día en el que la OMS declaró la emergencia sanitaria internacional y España respiró aliviada. Al término de la rueda de prensa, me acerqué a un ordenador a buscar en los protocolos de la organización lo que conllevaba la decisión y no encontré más que una matrioska de comisiones de expertos que envolvían subcomisiones y grupos más pequeños de los que emanarían recomendaciones que en ningún caso serían vinculantes. Eso, y mecanismos para pedir dinero. Esa parte estaba más clara.

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