La Diputación Provincial de Almería celebra esta mañana sesión plenaria. En la última, el presidente le pegó un repaso bueno a Vox a cuenta de ... las críticas de la ultra derecha por cómo habían tratado los sucesivos gobiernos a los agricultores desde tiempo inmemorial. Y es que tras la visita de diez minutos del macho alfa Abascal de diciembre en la que vino a hacerse una foto junto a los agricultores que se manifestaban por unos precios justos, Vox aprovechó el tirón para marcarse una moción en la que brindaba su apoyo al sector agrícola, ese que tantos votos le ha dado en el poniente.
Al equipo de Gobierno del PP se le pusieron los pelos de punta y, más, teniendo en cuenta que el presidente es de Balanegra. Todas las formaciones del pleno de Diputación habían acordado elaborar una moción institucional –en lugar de llevar cada uno la suya para ver quién tiene la casa con los techos más altos- y, en esos casos, no se interviene. Sin embargo, Vox, en su afán inconmensurable de desbarrar diariamente, habló y vino a decir que son, sin duda alguna, los adalides de la defensa del campo almeriense que tiene ahora la suerte de contar con estos representantes tan preocupados por los intereses de los agricultores. El presidente tomó la palabra y le echó la bronca de su vida al portavoz de Vox y, entre otras cosas, le reprimió por no ir todos a una en algo tan importante para Almería como es la agricultura.
Estuvo bien, pero hubiera sido del todo creíble –al menos para mí- si el presidente provincial hubiera hecho lo mismo en el pleno inmediatamente anterior a este al que me refiero cuando, también Vox, escupió sobre la declaración institucional en defensa de las mujeres víctimas y de sus familias y contra la violencia machista que hiere o mata a diario. Era con motivo del 25N y, claro, eso no da votos, por desgracia. La agricultura, sí. En ese pleno, la ultra derecha cuya presencia es como una criatura con botas después de pisar un charco de barro, que mancha por donde pisa, se desvinculó de una unión institucional de apoyo –al menos aparente y sobre papel- a las mujeres víctimas de machismo y de violencia siendo la primera vez en la historia democrática que esto sucede. En algo sí son pioneros los de a la derecha de la derecha. Pero ahí el presidente no les censuró. Eso sí, miraba hacia abajo como el ateo al que obligan a escuchar una homilía el Viernes Santo y espera a que pase el tiempo o a que ocurra un milagro y alguien le saque de ahí. Tan sólo PSOE y Ciudadanos reprocharon a Vox su actitud negacionista y desleal con la ciudadanía y con la institución pero, claro, no presiden la Diputación y no cierran el turno de palabra con el boato y la solemnidad con la que puede hacerlo el presidente y como, no en vano, lo ha hecho en ocasiones anteriores cuando le ha parecido justo y conveniente hacerlo. El 25-N y las víctimas no parecían ser un buen motivo para Javier Aureliano García. A ver qué hace el año que viene. Y es que el PP tiene por qué callar. Silencio sobre la actitud misógina de Vox en El Ejido y claudicación absoluta sobre los desmanes de la errática formación de ultra derecha que mantiene al PP no sólo en la Junta, sino también en importantes ayuntamientos Roquetas de Mar o Almería donde, que no se le olvide a Pacheco, también les necesita.
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