Desorden mundial
Tribuna ·
El 75 aniversario de la ONU sugiere un fin de ciclo en medio de una nueva forma de 'guerra fría' que debe elevar el protagonismo de las potencias mediasSábado, 18 de julio 2020, 00:44
Este año se cumplen 75 años de la fundación de la ONU, organización que, como uno de sus mejores secretarios describía, no fue creada para ... mandar a la Humanidad al cielo, sino para salvarla del infierno. Nació tras la Gran Guerra y no eran, como hoy, tiempos fáciles. En estos años ha habido de todo, pero ha logrado crear una red de quince agencias que han permitido gestionar el orden mundial conocido. Entre ellas cabe citar al Banco Mundial, FMI, Unesco, FAO, Unicef, Acnur, OIT y OMS, a la que cito en último lugar porque la pandemia ha puesto el dedo en la llaga de la necesidad de contar con organizaciones internacionales más solventes y ágiles y la rivalidad entre americanos y chinos es hoy un freno para ello. Por eso, si usted cree que este tema no le afecta, le ruego piense en los efectos locales del virus.
Para acercarnos al asunto quizás convenga recordar que China como imperio siempre ha estado ahí, mientras el resto entraba y salía. Quizás eso explica su visión de largo plazo. Sólo en los últimos doscientos años ha perdido pie como potencia, aunque en los últimos cuarenta ha recuperado mucho terreno perdido, con cifras que compiten con Estados Unidos. Pero tiene el 20 % de la población global y solo el 7% del agua y la tierra productiva del planeta y debe alimentar a una creciente población urbana que dispara su consumo. Para seguir creciendo, necesita comprar energía, metales y minerales, lo que explica sus contratos en África y Latinoamérica y sus inversiones en las infraestructuras de la ruta de la seda, que le permitirán ganar accesibilidad, apoyos e influencia global.
En resumen, tiene mucho trabajo pendiente para corregir sus desequilibrios internos y no aspira a sustituir ahora el liderazgo americano, sino a gestionar su desgaste y ganar influencia, ocupando los espacios libres que EE UU está dejando. Justo aquí comienza el problema, porque compite como un igual, cuando no lo es en asuntos como democracia, medio ambiente, propiedad industrial, derechos laborales y libertad de mercado interior, lo que provoca críticas que Estados Unidos expresa con estruendo y la UE comparte calladamente.
La novedad es que tanto EE UU como los países vecinos creen que Pekín está aprovechando el lío de la Covid-19 para aumentar su influencia, apretando el marco legal del viejo Hong Kong que atisba su fin, sancionando a Australia y Filipinas, acusando de espionaje a Canadá, generando escaramuzas militares con India o subiendo la tensión en las islas del mar del sur de China, donde los chinos, contra el Tribunal de La Haya, construyen puertos y misiles en islotes para ocupar territorios en disputa, por donde pasa una gran parte del trafico naval global. Ahora, además, amplían sus ADIZ –zonas aéreas de seguridad, por sus siglas en inglés– y someten a la tutela china las islas Paracelso y Spratly. De hecho, tres buques de guerra americanos patrullaban por la zona en el mes de junio y emerge la coalición Quad entre India, Australia, Japón y EE UU, alarmada ante la expansión china. Nadie parece dudar de que la región indo-pacífica será el entorno de la próxima contienda global.
Más allá de los síntomas en forma de aranceles y lucha tecnológica, lo que existe es una nueva modalidad de 'guerra fría' con americanos y chinos de protagonistas y Rusia, Turquía e India de acompañantes, que marca ya nuestra vida. Al fondo, una UE dudosa decide qué senda tomar, mientras un grupo de nueve democracias que generan un tercio de la riqueza mundial –Alemania, Canadá, Australia y Japón, entre ellas– trata de impulsar un compromiso para salvar el llamado orden mundial. Porque, como dice la revista 'The Economist' en un reciente editorial que titula 'El nuevo desorden mundial', si EE UU da un paso atrás alguien debe darlo hacia adelante. Quizás es la hora de los llamados Estados intermedios.
China, tal vez para compensar su reputación interna lastrada por la gestión del virus, sobreactúa, entra en una nueva fase más agresiva y endurece su posición para defender, sin complejos, sus intereses. Por un lado eso le aleja de Occidente, acercando la UE a Estados Unidos. Por otro lado, pretende estar mucho más presente en Europa, empezando por Italia y siguiendo con España. Lo idóneo sería que Europa tuviera una posición unida, pero no tiene pinta. Concluyo con un dato: la reflexiva y capitalista Suiza ha firmado un acuerdo bilateral con China.
Para concluir, todo esto huele a cambio de ciclo. Hace 75 años los líderes mundiales diseñaron la paz en circunstancias adversas. Los líderes de hoy necesitan hacer algo similar y generar un nuevo orden, aunque haya dos potencias que se miran con recelo. Si no lo hacen ellas, el resto, Europa incluida, deberá jugar su papel.
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