Desocupados y okupas
Mi papelera ·
Tener dinero está mal visto, y tener propiedades, particularmente pisos, un delito de insolidaridad, autenticidadAdela Tarifa
Jaén
Jueves, 29 de octubre 2020, 00:47
Dicen las estadísticas que España es el país Europeo campeón en contagios por el virus chino de 2019. También es el que tiene las tasas ... más altas de mortalidad por este mal entre los hospitalizados. Y unos de los que van fatal en calidad educativa según los informes PISA. O sea, que se nos han venido abajo señas de identidad de las que veníamos presumiendo en el mundo: ni tenemos la mejor Sanidad, ni el mejor modelo educativo. Muy atrás vamos en investigación. Respecto a comportamientos cívicos y ejemplaridad política, mejor no hablar. Los casos de corrupción de casi todos los partidos son vergonzosos. Así en, un país que según dicen está lleno de pobres y parados, hemos visto irse el dinero público por las alcantarillas año tras año. Mientras se construían polideportivos en pueblos donde no había jóvenes, y aeropuertos donde no aterrizaría un avión, nuestra deuda crecía sin parar. Hoy da miedo. Para colmo los socios del gobierno amenazan con subir impuestos. Si lo logran, el poco tejido empresarial que nos queda acabara huyendo a lugares donde hacer negocios legales no sea un delito. Porque actualmente cualquier español que con su capacidad de emprendimiento se haga rico es potencialmente sospechoso. O sea, los que podrían dar trabajo a tantos desocupados que malviven de subvenciones públicas, de la caridad de los católicos, y la solidaridad de los no católicos, son mirados como enemigo sociales. Es el caso de Amancio Ortega, por elegir uno, que vituperados por la izquierda bolivariana por donar equipos contra el cáncer y cosas similares. Vivir para ver.
Lo mismo pasa con quien ahorra algo pensando en una vejez digna. Tener dinero está mal visto, y tener propiedades, particularmente pisos, un delito de insolidaridad. Por eso España también ostenta otro vergonzoso primer puesto entre los países europeos, el de los okupas. Aquí robar la casa de alguien no está mal visto. Si robas otra cosa, una tele, un coche, o una mascota, por ejemplo, sus dueños pueden reclamar justicia. Pero si alguien se mete en tu casa porque te has ido de viaje, estás cuidando a un familiar, o porque andas de vacaciones, eso no es robo. La justicia española, si se la puede llamar justicia, te da 48 horas de plazo para reclames si te ocupan tu casa. Pasado ese tiempo, los ladrones tienen más derechos que tú a estar dentro. Y que no se te ocurra cortales la luz o el agua, no pagar la hipoteca, el recibo de la comunidad y del seguro de la vivienda mientras la habitan los ladrones. Se te caerá el pelo. Esto se lo cuenta a alguien de fuera y no lo cree. Es kafkiano.
Por supuesto, creo que el Estado debe arbitrar medios que protejan al ciudadano desamparado, incluido el tema de la vivienda. Es que si se hubiera destinado dinero público robado en corruptelas en vivienda social –o el invertido en polideportivos, auditorios, museos mastodónticos que nadie visita, o aeropuertos que hoy crían malvas– seguramente no habría tantos okupas; ni los alquileres de pisos serian tan altos. Esa es otra. Los alquileres son altos porque los propietarios no se sienten protegidos con las leyes actuales. Muchos prefieren cerrar la casa a arriesgarse a perderla o a que la destroce un inquilino, que a veces acaba en okupa. Pero claro, los okupas nunca entran en propiedades de los políticos. Porque una cosa es robar la casa del vecino y otra es ser tonto. El okupa de una casa de un político dura menos que un euro en la cola del paro. Es que esa trola de que la justicia es igual para todo es otro mito que se nos ha caído. No conozco a nadie que hoy se atreva a decir tal majadería en público sin que le ponga orejas de burro. Es que en lo único que progresamos: no decir tanta tontería. Eso creo. Cervantes hace siglos ya advertía de la condición española: «Cosas veredes, amigo Sancho». Por cierto, si Cervantes hubiera visto el culebrón que se montó este verano con el intento de huida de Messi, escribe otra versión de El Quijote. Sí, servidora ya no se extraña de nada. País, que diría Forges.
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