La democracia es un fastidio
Huesos de aceituna ·
La democracia, además, es demasiado exigente en cuanto a los protocolos para dar cumplimiento al exigible 'quítate tú que me pongo yo'josé luis gonzález
Jaén
Viernes, 23 de diciembre 2022, 23:48
Iba a decir que es un coñazo, pero esta es una palabra que se encuadra perfectamente en la definición de micromachismo, y estoy empeñado en ... que mi lenguaje, con todas sus limitaciones, carezca de las reminiscencias típicas del heteropatriarcado aún reinante. Porque, como ustedes sabrán, el antónimo de 'coñazo', en el lenguaje coloquial, es 'la polla'. Y no, la democracia para cierta porción de la población no es 'la polla', desde la perspectiva que ahora les referiré.
Fíjense que en democracia todo el mundo, sobre el papel, es igual. De los mismos derechos y obligaciones debe gozar un sexador de pollos –que son escasos pero están muy bien pagados, según me cuentan- que un magistrado del Tribunal Supremo, igualmente escaso y muy bien pagado. Pero oye, entiendo que ha de ser una lata para alguien de tan buena cuna -como suele ser este último-, y que ha estudiado tanto, situarse en el mismo escalón que el sexador de pollos, o que la chacha de su casa en La Moraleja, o que el peón de albañil que se afana en la remodelación del 'casoplón' de al lado.
Igual sensación que han de sentir ciertos políticos del flanco conservador, del mismo modo nacidos en familia de rancio abolengo o que pertenecen a la segunda generación de nuevos ricos de 'Madriz' –te lo juro, tía-, que suelen usar palabras tan acariciantes como el típico «¡que se jodan!» o «¡que trabajen!» –ambas oídas en la bancada de la derecha en alguna de esas sesiones para el recuerdo del Congreso de los Diputados- para definir a quienes lo pasan mal para llegar a fin de mes.
La democracia, además, es demasiado exigente en cuanto a los protocolos para dar cumplimiento al exigible 'quítate tú que me pongo yo'. Sin ir más lejos, la Constitución Española pone infinidad de condiciones, plazos y demás zarandajas para renovar instituciones tan nobles en su esencia como el Tribunal Constitucional (TC) o el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). ¿Cómo se atrevieron aquellos zarrapastrosos que componían las Cortes Constituyentes? Buena parte de ellos –casi no había 'ellas'- con sus melenas de 'perroflauta', sus trajes de pana y su puño en alto. Gentucilla que no entendía un pimiento de leyes y, sobre todo, que no sabían interpretarlas al modo de un 'señorón' togado adscrito a la Asociación Profesional de la Magistratura, la Francisco de Vitoria o el Foro Judicial Independiente. Juristas de reconocidísimo prestigio cuya magistratura, a buen seguro, está tocada por Dios y, por lo tanto, pueden ejercerla mientras Él no dictamine lo contrario. Ni Constitución ni leches.
Y luego está el voto. ¡Joer, con el voto! La puñetera democracia exige que, en el mismo 'Madriz', el voto del limpiabotas que trabaja en la puerta de la sede de FAES valga igual que del presidente de esa fundación, el expresidente del Gobierno José María Aznar, o el de su vicepresidente, el expresidente de Endesa Manuel Pizarro –siempre presidiendo y en buena compañía estos, ¿eh? (emoticono guiñando el ojo derecho). Y con ese voto del limpiabotas pues pasa lo que pasa -suponiendo que este señor no vote también a los propietarios de los zapatos a los que saca brillo, algo nada descartable-. Llegan a la Cortes los nuevos 'progres', que tienen la desfachatez de pretender que se cumplan los plazos que antes refería. Para poner a los suyos, claro. Sí, ya sé –cansosos- que esa era la intención de los 'padres' de nuestra democracia, que el gobierno del Poder Judicial se acompasara con la voluntad de los ciudadanos y las ciudadanas expresada en las urnas y representada en las Cortes Generales. 'Padres' desaprensivos.
Pues no. Que se olviden. Para eso están aquí juristas tan nobles como Pedro José González-Trevijano Sánchez, Enrique Arnaldo o Concepción Espejel. Que el primero esté caducado –como presidente del TC, no sean malos- junto a tres compis más no les resta nobleza, más bien se la suma por su 'sacrificio' para salvar nuestra Patria de Pedro 'Satán' Sánchez. Así que es hora de pasarse el voto de los españoles y las españolas por el forro de la toga, porque su criterio no vale un pimiento en comparación al de sus señorías. Si hay que parar al Parlamento, se le para; si hay que parar al Senado, se le para. Faltaría más. Que ya sabemos que los y las votantes de este país son capaces de tragarse casi cualquier cosa. Qué más da la democracia, si este finde vuelve la Liga.
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