Dejadnos solos
Puerta Real ·
Hay cierto desprecio por la gestión y una sobrevaloración de la política-ideologíamanuel montero
Viernes, 20 de noviembre 2020, 02:37
Recién elegido, Biden ha anunciado una medida sensata: organizar una comisión de expertos para combatir el coronavirus. Es lo que haría cualquiera, pensamos. Pues no: ... ni en Estados Unidos hasta la fecha ni entre nosotros. Llevamos ocho meses en los que el virus ha hecho estragos y a nuestros gobiernos –central y autonómicos– no se les ha ocurrido.
Cuando la desescalada, el Gobierno de Sánchez hablaba de una misteriosa comisión de expertos. No existía, se supo después. Las autonomías, ídem de lienzo. Algunas los tienen, pero no son propiamente expertos sino gente puesta ahí por criterios ignotos.
Es lo más asombroso en la gestión de la pandemia. Da en osadía. Nuestros dirigentes practican el «dejarnos solos», demostrando una insólita confianza en sus capacidades: se tendrán idealizados. O confiarán en la suerte y el destino.
En esto se comportan al revés que los demás mortales y de lo habitual en la vida cotidiana. Si alguien tiene un problema consulta un especialista, un electricista, abogado, médico, mecánico o lo que toque. Y suele ponerse en sus manos.
Estos no, al menos al dirigir la cosa pública. Contra la lógica, no acudieron a expertos para decisiones que afectan a millones de ciudadanos, en las que están en juego las vidas de miles de personas. ¿Pensarán que la política habilita para todo? Cuando la desescalada aquello era una especie de carrera política de presiones y zancadillas, sin que se oyeran criterios científicos, los que tenían que haber contado.
Los criterios de este tipo siguieron después. Cerrar la universidad en Granada y no los bares suena a ocurrencia sin análisis fundado. Como si los estudiantes sólo se contagiaran en las aulas y no en los bares, como si en Granada sólo los universitarios propagasen la epidemia. Así, luego ha venido lo que ha venido.
Una comisión científica no te garantiza el acierto, por la incertidumbre que acompaña al virus, pero proporciona criterios mucho más fundados que los de unos políticos que en su mayor parte tienen poca experiencia de gestión y ninguna en epidemias, sobre las que carecen de preparación y conocimientos.
La prepotencia del «dejarnos solos» informa sobre cómo se concibe la política en España. Hay cierto desprecio por la gestión y una sobrevaloración de la política-ideología. Como si lo importante no fuera mejorar las cosas o que nos estropeen demasiado sino las decisiones 'trascendentales' sobre nuestra esencia constitucional, el cadáver de Franco o las soflamas vacuas sobre que de esta saldremos más fuertes.
Sólo en esta inversión de valores que prima la ideología y menosprecia la gestión cabe entender que en plena pandemia el diagnóstico de Ábalos sea: «el gran problema de España es el desnortamiento del Partido Popular.
En pleno hundimiento, cuando todo hace aguas, al ministro sólo se le ocurre culpar de los desastres al partido de la oposición. Seguimos en caída libre.
Como el chiste sobre los comunistas: estos quieren mejorar haciéndoles autocríticas a los demás. Vale también lo de la viga en el ojo propio.
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