San Décimo
El fruto de la empanada ·
antonio mesamadero
Martes, 20 de diciembre 2022, 00:42
Los andaluces vamos a invertir este año una media de 485 millones de euros en jugarnos nuestro futuro –'pluscuamperfectísimo' si al final toca– en la ... Lotería de Navidad.
Según un estudio de la Universidad de San Ildefonso, esta inversión es directamente proporcional a la desesperación de los inversores. La base de este estudio echa raíces en el viejo adagio «El dinero no da la felicidad, pero te la pone a huevo», y en la reflexión más altruista de Groucho Marx: «La felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna...».
Sin embargo, no creas que vivimos en una sociedad tan materialista como parece. Por suerte, el dinero tiene verso y reverso. El verso dice: «Hace mucho el dinero, mucho se le ha de amar,». Y el reverso le contesta cual trovador: «No estimes el dinero en más ni en menos de lo que vale, porque es un buen siervo pero un mal amo».
Servidor piensa que la Lotería Nacional es el último reducto del humanismo. Los que compran un décimo quieren mejorar el mundo empezando por el suyo propio, ya que el verdadero humanismo comienza por uno mismo. Precisamente, no hay nada mejor que un billete de lotería premiado para conocer mundo, porque con un buen Gordo puedes exiliarte cantando algo más alegre que aquello de «Adiós, mi España querida, dentro de mi alma te llevo metida». «Ahí te quedas, Graná, mi alma se va echando mistos al Caribe con un buen fajo metido en el bolsillo. Volveré para daros en los ojos», presumiblemente, sería el estribillo más oído.
Por lo general, el granadino premiado en la lotería se siente como Don Estanislao Figueras, presidente de la Primera República, antes de exiliarse: «¡Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros!».
Después hizo la maleta y se fue con viento fresco, una opción que cualquier granadino ha contemplado al menos una vez en su vida. El Gordo de Navidad es el salvoconducto perfecto para repetir el hito de Don Estanislao, pero con mejor rollo. Y si no te toca, al menos habrás comprado ilusión por un día, y eso no tiene precio.
Ni política, ni fútbol; la solución perfecta para ilusionarnos como sociedad es comprar la Lotería de Navidad, pero a ser posible en enero. Administrando bien nuestras expectativas, tendremos casi doce meses de ilusión y esperanza.
Para concluir, decir que el mayor regalo de estas Navidades no es desear felicidad –mentira podrida que sale de la boca, pero pocas veces del corazón–, sino regalar un 'decimillo'. Te deseo buena suerte en el sorteo, pero como diría Frodo, no olvides que el premio «Es míoooo», y solo mío. Paz y amor en estado puro.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión