En defensa de Santamarta

En los últimos días, a D. Javier Santamarta (que conste que se basta y sobra él solo para defenderse, pero qué carajo, es amigo y me uno a él), a la sazón: politólogo, divulgador histórico, profesor de la Escuela de Guerra y colaborador del Ministerio de Defensa, colaborador habitual en radio y televisión, reiterado autor de la prestigiosa Tercera de ABC, escritor y defensor de nuestra historia, se le ha insultado, perseguido, amenazado y sentenciado (sin ser juzgado), por salir en la tele con una camiseta de Hernán Cortés y poner en valor el papel, fundamental, de España en la historia de México y de Hispanoamérica.

¿Por qué? Pues porque sí. Sin rebatir datos, sin contrastar pareceres, sin cuestionarle con fundamento alguno. Tanto difundir la historia de España, amigo mío, y no te has dado cuenta del país de envidiosos y grises personajes que pululan en esta tierra nuestra. Oscuros fariseos que, subidos en pulpitos vocean la historia que les conviene, la que dicta la corriente de turno. Veletas que quieren su minuto de gloria a tu costa, Javier. Porque en el fondo saben que es la única forma de ser parte de la historia, aunque sea de esta manera tan carroñera y despreciable. No queda sino batirse, que diría Quevedo. Pero no estás solo. Cuenta con mi espada.