Cuerda de presos electos

Los 'ilustres', presuntos delincuentes, llegarán a la Carrera de San Jerónimo en un furgón policial «debidamente custodiados», sospecho que sin grilletes, y regresarán a prisión «sin dilación» una vez concluida la solemne apertura. Con cartera, medalla e insignia corporativas, teléfono móvil y 'tableta', para jugar al Candy Crush, con el excelentísimo tratamiento y convertidos en padres de la patria, de la que abominan y desprecian, marchará la cuerda de presos a Soto del Real, residencia penitenciaria de malhechores donde se alojan de momento. Y lo hará en el mismo furgón en el que llegó. Los furgones policiales no dejan de ser coches oficiales blindados, lo que asegura una seguridad a prueba de escraches y cócteles molotov. La incógnita es cuándo volverán a las cámaras sus rebeldes señorías y con qué motivo teniendo en cuenta que los diputados y senadores deberán asistir, como imputados al desarrollo del proceso penal que se viene celebrando presidido por el magistrado del Supremo, Manuel Marchena.

No se explica cómo unos señores, en prisión preventiva, por incumplimiento de la ley se presentan a unas elecciones generales, salgan elegidos, tomen posesión de sus cargos y cobren de las arcas del Estado, del que quieren segregarse, durante una legislatura. Lo de Puigdemont es de aurora boreal. De igual forma el Supremo ha considerado que puede ser candidato a las elecciones europeas, sencillamente porque no ven o no contemplan «causa de ineligibilidad». Recordemos que la Junta Electoral Central, por mayoría, pretendió excluir a Puigdemont y sus antiguos colaboradores Comín y Ponsatí porque su candidatura era un «burla» a la ley al pretender concurrir a unos comicios pese a estar huidos de la justicia y además incumpliendo la normativa electoral al no ser residentes en las localidades españolas donde están empadronados.

Burla, provocación, pulso al Estado con una legislación laxa que no es buena para el común de los honestos ciudadanos y de la que vienen beneficiándose la mayoría de los delincuentes. Algún día deberán consensuar los partidos políticos parlamentarios leyes más coherentes que se ajusten a una justicia más justa.

Los independentistas catalanes, aunque en minoría, se van creciendo con estos balones de oxígeno, pero son insaciables y persistentes por mucho mimo que les dé el gobierno con el propósito atemperante. No sirve para nada. Nada que no conduzca a una consulta para alcanzar la independiente república catalana. No les perdono que nos hayan privado de ver al socialista Miquel Iceta bailando el reguetón como presidente del Senado. Tampoco se lo perdonará Pedro Sánchez.