Cuarenta y cuatro días después
Puerta Real ·
Hay demasiadas preguntas sin respuesta sobre la amla gestión de la pandemia, la peor según Deep Knowledge Groupesteban de las heras balbás
Domingo, 26 de abril 2020, 02:16
Cuarenta y cuatro días después, los niños vuelven a la calle. No han aclarado si deben llevar mascarilla. Solo sabemos que han sufrido el confinamiento ... más duro de toda la Unión Europea. Y hoy salen a la calle. Les permiten llevar un juguete, que quizá vuelva a casa contaminado. Pero ese detalle todavía no ha sido estudiado por la autoridad. Tampoco han especificado cuántos paraguas pueden llevar, porque va a llover, casi seguro. La primera sorpresa es que los peques no podrán corretear por parques y jardines, su tradicional territorio, reconvertido ahora en paraíso de patos, gorriones y palomas. Para llegar a esto el Gobierno ha necesitado un consejo de ministros, cuatro rectificaciones y una aclaración del señor Iglesias Turrión. Antes de esta solemne y confusa decisión, Pedro Duque y Fernando Simón, imitando a Epi y Blas, castigaron a las criaturas en la tele enseñándoles a llevar mascarilla.
En este tiempo, la ciudad se ha convertido en un diorama por el que se pasea la luz del sol durante el día y la tierra se empapa con los chaparrones de abril. A veces pasa la gente, a veces tan solo el viento. Con la luna vuelve el silencio de las horas y algún escarabajo despistado. Desde hoy, nuestras calles contarán con el ansiado gorjeo de los niños que saldrán como los tulipanes a sentir la caricia de la lluvia, el sol y el aire tibio. Al recordar el último viernes en libertad, comprueba uno que estos más de cuarenta días solo han servido para constatar la ineficacia, la incompetencia y la ausencia de planificación de un Ejecutivo, rebasado por las circunstancias y la soberbia. Y lo hemos soportado dóciles y sumisos, como las vacadas mansas que odiaba Miguel Hernández. Porque esta falsa progresía de la izquierda caviar se olvida, cuando le conviene, del 'Viento del pueblo' del poeta comunista oriolano: «No soy de un pueblo de bueyes, / que soy de un pueblo que embargan / yacimientos de leones, / desfiladeros de águilas / y cordilleras de toros / con el orgullo en el asta. / Nunca medraron los bueyes / en los páramos de España».
¡Ay, Miguel, compañero del alma! Los bueyes doblan la frente y medran entre tanto apesebrado. Somos el país que peor ha gestionado la pandemia, según el informe de Deep Knowledge Group. Al Gobierno y sus turiferarios no les agrada la crítica, pero la realidad es tozuda. ¿Es posible que cuarenta días después ni siquiera al personal sanitario se le haya dotado del equipamiento preciso? ¿Hay alguna razón por la que nuestros médicos, enfermeros, auxiliares… se estén contaminando más que en ningún otro país? ¿Podemos asistir impasibles a esa burla de compras de material inadecuado o sencillamente inservible? ¿Quién se beneficia de estos tocomochos? Podría seguir describiendo entuertos como la orden a la Benemérita para husmear en las redes buscando 'desafectos', lo que tiene un repulsivo tufillo dictatorial o algo peor. Surgen en esta hora de inmenso dolor y de tragedia demasiadas astracanadas. Y no es tiempo de comedias. A ver si, cuarenta días después, el Gobierno coge el paso.
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