Copa y puro
No hablamos de un hurto famélico, ni de amnistiar para facilitar la transición de la dictadura a la democracia.
La encontré con el rostro desencajado y el moño desecho. No me extrañó al ver que leía la noticia de la amnistía a Puigdemont. Él ... y sus secuaces han ganado el pulso al Estado – masculló tía Gertrudis, mientras se quitaba las gafas de cerca –. Van a ser amnistiados a bombo y platillo – añadió –, y entronizados con todos los honores.
Sí, tita, asentí: Mientras la Constitución se pone de rodillas (García-Page, 'dixit'), la caterva 'indepe' se frota las manos, pues aquellos que –presuntamente– cometieron los más horrendos delitos contra el Estado de Derecho, van a ser recibidos con bandera, banda y música. Ya lo están celebrando con café, copa y puro.
El asunto tiene mandanga – comentó ella – porque estos prendas no se esconden, y anuncian que volverán a perpetrar los mismos crímenes constitucionales. Aun así, Sánchez hace lo indecible para congratularse con el prófugo, no sea que lo desaloje de su morada monclovita. En efecto –apostillé -, está dispuesto a retorcer la Constitución lo que haga falta con tal de que al de Waterloo no se le crucen los cables.
Y la cosa no tendría mayor trascendencia si estuviéramos hablando de perdonar culpas a un robagallinas. Pero estos no son simples ladronzuelos. No hablamos de un hurto famélico, ni de amnistiar para facilitar la transición de la dictadura a la democracia. De eso nada. Se trata de poner patas arriba el actual marco legal. Baste pensar que si el art. 62 de la Constitución prohíbe el indulto general, cuanto más una amnistía que tiene mucho mayor alcance y que, siendo omnímoda, además ha sido redactada –con nombres y apellidos– por aquellos a los que beneficia. Resulta asombroso que algo así esté ocurriendo, que esa amnistía haya pasado el trámite de la Comisión de Justicia del Congreso.
Se abre así un melón inquietante para el ciudadano medio, pues rota así la seguridad jurídica y dinamitado el principio de igualdad, el entrar o no en chirona dependerá ahora de lo bien que te lleves con quien enjareta las amnistías. No se trata ya del sentido jurídico, sino de si te dan los números para modificar la legislación penal y borrar de un plumazo los delitos que incordian al que te tiene trincado por allí mismo.
En definitiva, esto de convertir al verdugo en víctima, no me cuadra; y menos si eso exige reinterpretar el Estado de Derecho al antojo del que perpetró un ultraje constitucional evidente. Pero, no te pongas así –dije a tía Gertrudis-, que a tus coronarias no convienen los berrinches. No pierdas la esperanza. Es probable que los 'hooligans' del doctorcito cambien de opinión cuando vean que retornamos a la casilla de salida. Sí, en cuanto se cosquen de que Puigdemont vuelve a las andadas, con o sin ayuda de Putin. Quizá algo mude cuando los paisanos del fugado vean que el tipo no llena de agua los embalses catalanes, ni el PIB catalán recupera las cifras de antaño, por más que ondeen esteladas y se entonen cánticos separatistas.
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