Nadie se atrevería a poner en duda que la crisis que estamos atravesando –aunque estemos en un pequeño respiro– está incrementando el tiempo de convivencia ... familiar. Lo cual debería ser bueno en principio, aunque ya se sabe que los roces suelen ocasionar lesiones, por más que el adagio insista en que el roce hace el cariño (está claro que hablamos de diferente tipo de roces). Porque tanta convivencia, no solo ayuda a conocerse mejor, sino que se presta a aumentar los momentos de tensión entre las parejas. De ahí que los expertos temieran que tanto confinamiento –obligado o voluntario– pudiera desencadenar rupturas familiares. Pero Almería es como es y aquí estamos nosotros para distinguirnos en el contexto nacional.
Analizando los datos que proporciona el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Mari Carmen Callejón concluye que en nuestra tierra ha habido menos separaciones de parejas que en los dos años precedentes a eso del virus. Y, como aquí no es cuestión de andar con números, no voy a presumir con ellos, que eso pertenece al trabajo de Mari Carmen. Sí entraré a recordar que, cuando se da una situación de convivencia entre adultos unidos con algún tipo de vínculo legal, hay diferentes realidades. Así que algunos se separan amistosamente y otros no.
En todos los casos y refiriéndome siempre a Almería, durante 2020, las cifras han bajado con respecto a los dos años anteriores. Y en el semestre de este año, lo que se constata en el TSJA es que se mantiene la tendencia al descenso. Eso en Almería, porque en otras zonas de España la situación no es exactamente como aquí.
Ahora lo que hace falta es que intervengan los sociólogos y den explicaciones sobre las causas de que las cosas sean como son. Los que no somos sociólogos lo único que podemos hacer es elucubrar sobre las razones donde, a ojo de buen cubero, nos pueda parecer que se sustenta el hecho diferencial. Y, como el papel lo aguanta todo y el opinar constituye siempre una oportunidad de equivocarse, yo me voy a atrever a sugerir algún porqué.
Dirá usted qué atrevida es la ignorancia, y no le falta la razón. Pero, aprovechando que estamos entre amigos –eso pienso yo– y que las represalias por mis errores difícilmente van a llegar a mayores, me gustaría decir que quizás no nos damos cuenta de una cosa: en Almería se vive muy bien. Esto no es una elucubración. Me baso en lo que muchos forasteros, algunos de los cuales se han instalado aquí, me han manifestado en diferentes ocasiones.
Dando por hecho la verdad de esta afirmación, es fácil encontrar una razón de por qué las parejas se separan menos cuando más conviven. Porque no cabe duda de que el estado de ánimo contribuye en gran medida al tono conciliador entre las personas. Esto sí que está comprobado.
Tal vez otros detalles que pasan más inadvertidos también repercuten en que la gente sea, en el fondo, más feliz. Y cuando se es feliz, todo se ve con mejor color. El clima, la luminosidad de nuestra tierra, el sol, etc., son factores que también coadyuban.
Pues no ha quedado tan mal la cosa. Verá usted cómo luego aparece algún sociólogo y me la tumba. Y es que hay gente 'pa to', que decía el torero. Pero mientras, yo me relamo presumiendo de mi tierra.
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