Contrapeso
Nunca me han interesado las personas que se sienten protagonistas sin abrir la boca
Antonio Mesamadero
Granada
Lunes, 25 de marzo 2019, 23:58
Me aburren hasta el bostezo total los «cuerpos Danone», los vientres planos y la lucha contra las cartucheras. Para un servidor, la belleza no está ... en la forma, sino en la «deforma». Nunca diré que una criatura que está para mojar pan es una persona simple tan solo por haber nacido agraciada en la lotería de los bellos genes. No, eso sería una simpleza bastante envidiosa. Solo digo que nunca me han interesado las personas que se sienten protagonistas sin abrir la boca, tan solo porque «el de arriba» les ha dado un cuerpo para el deseo.
Me gusta lo humano imperfecto, que es lo habitual. El 'homo poco sapiens' -siempre más preocupado de la molla que del seso- ha ideado a lo largo del tiempo un prototipo de cuerpo perfecto, cien por cien libre de grasa y también de inteligencia que tira para atrás. Y como siempre que tocamos lo natural, inauguramos un circo de problemas totalmente antinaturales.
La televisión, la moda, el cine y los intragables anuncios donde desfilan chicas que invitan a pensar que nunca se han tirado un pedo o pisado un truño de perro, se han encargado de proyectar un concepto de belleza humana únicamente posible si esa belleza no es humana y no consume comida, tan solo aire semidesnatado y alimentos por inhalación. Tal belleza es imposible concretarla en un ser humano, que por naturaleza tiende a la ventosidad y a hurgarse la nariz con ansia.
Concentrarse en la báscula es olvidarse del peso y consistencia de nuestros sentimientos, por eso cada vez hay más cremas para la celulitis pero menos amabilidad en las personas. «Lo importante es lo de dentro» es una fina hipocresía que utilizamos con demasiada ligereza a la hora de hablar, porque en realidad sí que importan muchísimo los años y aún más los kilos.
Pero vayamos al grano. Aunque ya no sea moda informativa, los casos de anorexia siguen creciendo en una sociedad donde interesa más el culo de Jennifer López que la mística de Santa Teresa o los problemas terrenales de trascendencia, como la anorexia mismamente.
Por suerte, muchas chicas (y chicos) que pasaron por este calvario vuelven a sonreírle a la cuchara: el plato lleno ya no les parece tan hondo e insondable. Me alegro sobre todo por esas familias que compartieron con estas criaturas el diario 'via crucis' frente a la comida. El triste caso de Patricia, cuya madre ha denunciado que ha tenido que buscar un tratamiento específico para su hija fuera de Andalucía, ha puesto de nuevo el tema sobre la mesa y el mantel informativo. La desesperación de esta madre es comprensible, y la falta de medios de nuestros profesionales de la salud también.
Es una pena que en pleno siglo XXI todavía haya criaturas que sufran de hambre o de anorexia (o sea, también de hambre). Urge solucionar ambos dramas.
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