Consumo, consumismo y verano
«Una vez sobrevivido al verano es el momento de empezar a revisar nuestro consumo y aumentar la responsabilidad hacia niveles más sostenibles, responsables, a la vez que aumenta la satisfacción personal»
Manuel Antonio Ortega Rivas
Profesor Titular de Ecología de la Facultad de Ciencias Experimentales de la UAL
Miércoles, 10 de septiembre 2025, 23:04
En una columna anterior hablé del consumo y este verano, época de consumo, empecé a profundizar sobre el tema buscando en la RAE consumismo: «tendencia ... inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios». A mediados de mes me dio por mirar el gasto realizado y me sorprendí de lo gastado sin hacer nada en especial. Me dije ¡Claro! ¡Tengo tiempo! ¡Estoy de vacaciones! Y esto hace que el consumo aumente.
Todos consumimos de manera habitual artículos de primera necesidad, imprescindibles para nuestra supervivencia. Una vez cubiertas las necesidades básicas podemos diferenciar distintos tipos de consumo y consumidores. Un consumidor de tipo medio y perfil bajo sería los ocasionales, consumen para satisfacer deseos o necesidades no habituales. Suelen ser consumidores tradicionales, conservadores o racionales que compran productos con los que están familiarizados, evalúan precios, funcionalidad y calidad para optimizar su inversión, priorizan la utilidad y compran lo necesario para su vida. En un nivel superior de consumo estarían los consumidores experimentales y emocionales, sugestionados por el marketing, la experiencia, la novedad y la emoción del momento, normalmente priorizan marcas con las que se identifican. Finalmente diferenciar los consumidores que podrían tener problemas como serían los impulsivos, compran sin pensar en las consecuencias dejándose llevar por la impresión del momento, y los consumidores compulsivos que sienten necesidad de consumir de forma descontrolada. En cualquier caso, cosas que no necesitan. Estos últimos grupos son los atrapados en el consumismo por un marketing agresivo que promueve el consumo como fuente de felicidad, éxito y notoriedad y aquí caemos en la «necesititis» palabra acuñada por el psicólogo y escritor Rafael Santandreu en relación a la salud emocional, especialmente de la juventud, como la necesidad de poseer cosas o muchas cosas para estar o encontrarse bien.
Por el contrario, el consumo responsable o sostenible prioriza el análisis objetivo de la necesidad del bien o servicio, la calidad sobre la cantidad, el reducir, reutilizar, reciclar, apoyar a empresas éticas y más sostenibles y fomentar la economía local y de proximidad, para disminuir el impacto ambiental y social. Se puede evaluar el impacto ambiental de un producto, servicio o proceso mediante un análisis del ciclo de vida en todas sus etapas (desde la obtención de materias primas hasta la disposición final en vertedero). El objetivo es identificar los impactos, en cada etapa, para poder adoptar las medidas preventivas y correctoras pertinentes y mejorar la sostenibilidad del producto o actividad.
Para cualquier proyecto o actividad los impactos son los derivados de la transformación del espacio donde se asienta la actividad, del consumo y degradación de recursos de los que se abastece y la posible contaminación derivada de la generación de residuos sólidos, vertidos líquidos y emisiones atmosféricas, teniendo en cuenta la gestión de los mismos y las medidas correctoras establecidas. Todo en su conjunto afecta, a distintas escalas temporales, a los componentes estructurales y al funcionamiento del sistema natural y del sistema socio-económico y los efectos se extienden a través de los procesos a otras escalas espaciales, además pueden generar efectos acumulativos y sinérgicos en el socioecosistema o sistema socioecológico donde interaccionan todos los componentes y procesos naturales con los sociales y económicos en un espacio determinado a distintas escalas.
Después de todo esto me dije: bien, estoy en la parte más racional del consumismo. Volví a ver las cuentas de los gastos y pensé: menos mal que nada de viajes o desplazamientos solo lo típico del verano, andar, playa, aperitivo, comida, siesta, paseo, algo de deporte, puesta de sol, cena y a la cama, por supuesto con la familia y los amigos y eso de continuo incrementa el consumo. Ahora llega el otoño donde cambian las pautas de consumo en relación a los hábitos sociales veraniegos. Una vez sobrevivido al verano es el momento de empezar a revisar nuestro consumo y aumentar la responsabilidad hacia niveles más sostenibles, responsables, a la vez que aumenta la satisfacción personal. Hago lo que debo y puedo. Solo cogemos lo que podamos necesitar.
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