Conflicto diplomático
josé maría guadalupe
Miércoles, 29 de enero 2020, 21:40
Mientras Guaidó se daba un paseo por la Europa que lo alienta, como un espectro político que muchos quisiéramos ver pero que aún no lo ... vemos de manera tangible, posiblemente porque Donald Trump entretenido con el 'impeachement' no quiere encajar aún la pieza del dramático puzzle venezolano, se producía en Barajas territorio nacional, por ahora, la contra programación 'madurada' del régimen chavista bolivariano con la ilegal presencia, en espacio Schengen de la vicepresidenta venezolana, la dulce Delcy.
Se equivocó la paloma, que escribiría Alberti, cuando Pedro Sánchez mandó de tapadillo al ministro Ábalos para atemperar situaciones y justificar lo injustificable. A la vicepresidenta venezolana la tenía que haber recibido en la terminal privilegiada con todos los honores Pablo Iglesias. A él le correspondía por los viejos favores recibidos. Y en esos momentos de aterrizaje 'furtivo' hay que dar la cara de compañero a compañera y proceder en consecuencia. La verdad es que Iglesias, tendría que haber ido acompañado de Grande Marlaska, ministro de la cosa del Interior y sus comisarios para proceder a la bienvenida, como la ley manda, con la consiguiente detención agrilletada, a modo de pulsera de Tous, de la dulce Delcy.
Tuvo que ir el ministro Ábalos para desfacer entuertos y leer cartillas que, por lo modosito de su comportamiento sereno, lo tiene Sánchez para un roto y para un descosido. Pero no era el hombre, ni era su papel, aunque evitase un conflicto diplomático. Ábalos no tenía que haber dado la cara del gobierno, sencillamente, porque no da el perfil. Pero sufre, con dignidad, lo qué le impone, como buen grumete veterano, el capitán de la nao capitana.
En el paralelismo se celebraban los premios cinematográficos en la vecina Málaga, que una vez más, se llevó el gato al agua con la celebración de la fiesta del cine español. La gala fue un coñazo por todo lo alto y los premiados se llevaron, merecidamente, el 'cabezón' a casa. No extrañó la ausencia de Marisol –voluntariamente apartada del mundanal ruido– a la que se le concedió el Goya de honor, pero quizá como gesto de gratitud y buena educación debería haber enviado una misiva para ser leída por una de sus hijas, que fue la encargada de recoger el galardón.
Pedro Sánchez, con esmoquin, a su llegada al Palacio Martín Carpena fue silbado y abucheado pero una vez dentro, desde el escenario, Pedro Almodóvar le dedicó entrañables elogios. Tan solo le faltó compartir con él 'ex aequo' el Goya al mejor director. Guaidó se llevó la llave de la capital de España y el apoyo de gran número de compatriotas. La dulce Delcy se quedó con las ganas de ver a Iglesias y pasearse por Fitur y se fue de rositas, rumbo a Caracas. Curioso.
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