Hay un viejo aforismo en política que advierte que cuando entras en política, debes tener en cuenta que hay enemigos, enemigos a muerte y compañeros ... de partido, siendo ésta última la categoría más peligrosa para la supervivencia en política, por lo que es de inteligentes evitar enfrentamientos internos.
Dicho esto, lo normal en un partido político es conciliar y orientar todas las fuerzas y energías, incluidos los egos personales y evitando fricciones entre sus componentes, en beneficio de un objetivo común que está definido por un ideario político. De ahí que en la estructura de un partido se constituyan un conjunto de órganos y mecanismos de participación y organización que posibiliten llevar a buen fin el objetivo del partido en cuestión y acrisolar las tensiones.
El enfrentamiento personal ocurrido en la cúpula del PP, en un momento de pérdida de credibilidad del gobierno social-comunista, apoyado por nacionalistas exacerbados y terrorista disfrazados, que se debate entre la mentira, el cinismo y la incapacidad para dirigir una nación como España, ha sorprendido a la sana militancia, a los simpatizantes y a los votantes con esta injustificable situación. No se entiende que el PP se desangre inútilmente por la ineptitud e inexperiencia en el control de una crisis, provocada por conspiradores de pacotilla, políticos miopes e inútiles, ajenos a la grandeza que supone el servicio a España.
No consuela el hecho de que en todos los partidos hayan tenido lugar este tipo de crisis, ni tampoco las motivaciones tan incompresibles como espúreas, pues en el fondo lo que ha fallado es la columna vertebral en la organización y control interno del partido como es la secretaría general; y eso si es un problema que es necesario subsanar de inmediato y que obliga al Presidente del partido, a solucionar la ruptura producida y si es preciso utilizando cirugía y profilaxis para evitar amputaciones innecesarias y traumáticas posteriores. No olvidemos que los errores en política se pagan y nadie puede irse de rositas aunque se haga el tonto.
Sería un grave desatino, no respetar la figura del presidente, que lo es por la libre elección de sus militantes y dar un paso que conlleve a una pugna por el poder. Es necesario que funcione los mecanismos de disciplina del partido, pues solo en caso de un grave error o deslealtad comprobada de su máxima autoridad justificaría la dimisión del presidente y la convocatoria de congreso, aunque personalmente creo que no es el caso. Sí por el contrario, se le debe exigir responsabilidad a los que, estando bajo su mandato, no han actuado con corrección e inteligencia poniendo en riesgo la integridad del partido, ello se sustancia con la apertura de un expediente informativo que posibilite conocer la realidad y la necesaria aplicación de un expediente disciplinario si así procede y a quien proceda. Conviene no olvidar el precedente de Fraga-Verstrynge.
Mi trayectoria personal en el PP, desde su fundación en 1977 representando a Almería en su congreso fundacional, así como los servicios prestados al mismo desde entonces, con total y exclusivo altruismo, me permiten expresar mi indignación y preocupación ante lo ocurrido, a la vez que manifiesto mi confianza en que esta situación se resolverá de manera favorable al interés general y en defensa de nuestro modelo ideológico; un partido político de centro derecha, liberal y conservador, basado en los principios del humanismo cristiano. Las personas pueden pasar, pero las ideas deben permanecer.
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