Colisión
Puerta Purchena ·
«Por mucho tiempo que llevamos encima de este lugar que llamamos planeta, los humanos no hemos sido capaces de desarrollar una política completa para que todos podamos sobrevivir sin colisión de intereses»Sábado, 1 de febrero 2020, 03:03
La actividad del ser humano sobre la tierra tiene frecuentes momentos en los que colisionan intereses contrapuestos. De ahí surge la discrepancia, el debate y ... hasta el enfrentamiento. Durante mucho tiempo las cosas se venían haciendo sin mayores dificultades. Se podría decir que primaba el afán por la subsistencia humana, de modo que otras preocupaciones no aparecían en el panorama de la conciencia ciudadana. Pero, poco a poco, las teorías ecologistas han ido emergiendo hasta llegar a un punto en que los gobiernos se han visto obligados a tomar nota y a reglamentar a propósito. En el caso concreto de España y en virtud de nuestra integración en Europa, a nuestra legislación nacional se superpone la normativa europea, que es vinculante. Y, para esto del ecologismo, es significadamente sensible.
Pero ya dentro de nuestros límites nacionales, han surgido diferentes grupos que han hecho de su defensa del medio ambiente su centro de trabajo. De ahí que estén vigilantes ante cualquier actuación que pueda perjudicar el ecosistema. Una de esas agrupaciones es el Grupo Ecologista del Mediterráneo. Por desgracia, el nombre sale demasiado a la palestra debido a los reiterados intentos de obtener beneficios a costa de la alteración del orden establecido. Eso es lo que ellos mismos denuncian, y, aprovechando la ocasión de proyectar un invernadero en la zona de El Ejido, levantan la voz ante las diferentes administraciones con el fin de evitar la destrucción de cierta riqueza.
Y es que, si a unos les conviene levantar un nuevo invernadero, a los otros les molesta que eso repercuta en la desaparición de ciertas aves. Son dos intereses que entran en colisión. El primero de ellos está relacionado con la supervivencia humana –aunque menos, ya se sabe– y a los otros les preocupa la eliminación de ciertas variedades de aves que tienen allí mismo su hábitat. Y estos ecologistas citan nombres concretos de aves que desaparecerían: la garcilla cangrejera, la cerceta pardilla y la malvasía cabeciblanca. Además, el grupo ecologista entiende que hay una incongruencia entre presumir de una agricultura sostenible y permitir estos proyectos.
El conflicto está planteado. De modo que lo que se necesita es que la Administración actúe de árbitro en este litigio. Y lo primero que se viene a la mente es contar con un inventario de elementos medioambientales intocables. Por ejemplo, las especies en peligro de extinción y la localización de sus espacios. También, claro, los terrenos habilitados para la explotación agrícola. Determinadas ambas cosas, no tiene por qué haber colisión de intereses. Y, si los hubiera, todo se solucionaría en un plis plas. Es algo de sentido común.
Lo que pasa es que, por mucho tiempo que llevamos encima de este lugar que llamamos planeta, los humanos no hemos sido capaces de desarrollar una política completa para que todos podamos sobrevivir sin colisión de intereses. En España –es lo que tenemos más cerca– esto se nota demasiado.
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