Se cumplen 500 años de la llegada de la expedición de Magallanes y Elcano al archipiélago filipino, en donde se celebró la primera Misa. La ... Institución Fernando El Católico, de la Diputación Provincial de Zaragoza, con el esfuerzo de Gráficas Cometa, ha publicado una magnífica edición de la crónica del viaje escrita por Antonio Pigafetta, 'El primer viaje alrededor del mundo'. Se trata de una edición crítica del historiador José Eugenio Borao Mateo, profesor de la Universidad Nacional de Taiwán. La corona española, bajo el reinado de Carlos I, se embarcó –nunca mejor dicho– en esta aventura, hasta financiar un 71% de esta odisea marítima. Nombró al explorador portugués –que se nacionalizaría castellano– capitán general de la Armada para el descubrimiento de la especería, y que comandara las cinco naves: Trinidad, Victoria, Santiago, san Antonio y Concepción. El resto de la circunvalación fue subvencionada por empresarios, como el burgalés Cristóbal de Haro, que pronto amortizarían las inversiones con la obtención de las especias de las islas Molucas. Había transcurrido tres décadas desde que Colón descubriera el Nuevo Mundo, y el reto que ahora se presentaba era dar la vuelta a la Tierra; aquella primera globalización puede considerarse más importante que el viaje a la Luna o a Marte.
En esta sacrificada aventura, que duró tres años, se embarcaron 255 hombres y regresaron sólo 18. Fue una muestra de la necesaria coexistencia entre la ciencia y la fe, que lejos de oponerse se complementan. Se actualizó la información geográfica, superando las referencias antiguas e incompletas del geógrafo alejandrino Ptolomeo, originando un giro copernicano; se reafirmó la tesis mantenida desde Aristóteles a Colón, de que la tierra era redonda; se inició una nueva globalización iniciando las primeras rutas comerciales entre los océanos Atlántico y Pacífico, con el hallazgo del estrecho de Magallanes y el de Malaca; actualmente figuran el canal de Suez y el canal de Panamá. El cronista italiano narra con emoción la partida de las embarcaciones desde Sevilla, por el Guadalquivir, hasta su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz); antes de partir, el comandante en jefe aconsejó que toda la tripulación se confesara, incluso él mismo otorgó testamento, porque no se ocultaban los riesgos que corrían.
En las 14.460 leguas navegadas (una legua equivale a 4,8 kilómetros) hubo deserciones, sublevaciones, ejecuciones, hambre, enfermedades, penalidades, muertes, batallas… El 'adelantado', título otorgado por designio real a Magallanes en las capitulaciones de Valladolid, perdió su vida en Mactán ante el jefe tribal Lapu-Lapu. La transmisión de la floreciente cultura del siglo de oro español a los asiáticos del archipiélago filipino (cuya denominación de 'Felipinas' se refiere a Felipe II), continuó durante tres siglos y se asentó con Legazpi y Urdaneta, hasta la hegemonía estadounidense; todavía quedan reminiscencias de la lengua castellana, aunque el idioma oficial es el tagalo y el inglés. En este intercambio cultural (leyes, costumbres, universidades, relaciones comerciales y religión) se suscitaron multitudinarias conversiones al cristianismo. Así ocurrió con el rajá de la isla de Massana y el bautizó del rey Humabon con sus súbditos en Cebú. Magallanes les entregó la imagen del Santo Niño, que se venera en su basílica, que constituye el lugar de peregrinación más ferviente del país asiático. Que el 80% de los filipinos sean católicos se debe al generoso legado cultural y religioso español. Juan Sebastián Elcano ( 'Primus circumdedisti me') completaría el viaje en la nao Victoria hasta la Casa de Contratación de las Indias, dando gracias a la Virgen de la Victoria y la de la Antigua. España a lo largo de la historia ha contribuido de forma épica a la transmisión de los valores de Occidente. Las grandes gestas en el descubrimiento de América o de Filipinas lo acreditan, pero también su influencia en Europa y en el resto del mundo, con su labor evangelizadora. Sin embargo, aquella hegemonía moral que siempre la había caracterizado viene diluyéndose en las últimas décadas, dejándose sumir en el relativismo ético. Desde todas las instancias políticas y en nombre de la libertad, se está destruyendo la libertad; con Madame Roland: «Oh libertad, cuántos crímenes se han cometido en tu nombre».
El nuevo globalismo mundial pretende silenciar las raíces cristianas con leyes en contra de la vida y de la familia. Se hace más acuciante que nunca la recomendación de san Juan Pablo II en Santiago: ¡España, sé tú misma!
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