El sector de la chatarra –es decir, del reciclaje de los desechos metálicos– supone en España un volumen de negocio cercano al 1% del Producto ... Interior Bruto (PIB). Para que el lector tenga una referencia en la cabeza, bastará con referirnos a la inversión estatal en I+D, que apenas roza el 1,25% del PIB. El orden de magnitud es tan similar que podríamos decir, sin desviarnos demasiado de la realidad, que en España el negocio de la chatarra mueve casi tanto dinero como la investigación pública.
La mala prensa, sin embargo, todavía persigue al oficio chatarrero. La semántica tampoco ayuda: cuando uno guarda chatarra en la cartera no lleva billetes de quinientos, sino calderilla cobriza. Y la comida chatarra tampoco es la más rica en hierro, sino la más pobre a nivel nutricional.
Una vez, viendo 'Tacaños extremos', escuché a uno de esos locos peligrosos manifestar que «la chatarra de un hombre es el tesoro de otro». Sin necesidad de llegar a las cotas de vergüenza ajena que alcanzan los protagonistas del programa, el buen señor tenía razón: esta revalorización de la ferralla no solo es buena para nosotros, sino también para el planeta.
Nunca el reciclaje y la reutilización habían tenido tan buena fama: ahora lo que se lleva es la cocina de aprovechamiento, comprar ropa de segunda mano por internet y transformar, brocha en alto, los muebles anticuados en piezas 'vintage'. Por eso, no debemos olvidar que esta fabulosa corriente verde no nació ayer y que no por descargar Vinted hemos inventado una rueda que los chatarreros llevan siglos utilizando. La orgía de manillares, cuadros y ejes vista el sábado en el Tour de Francia la pilla un maestro chatarrero y te financia una vacuna nueva.
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