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Castril sin Molino de la Cerrada

Juan de Dios Villanueva Roa

Miércoles, 7 de septiembre 2022, 00:20

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Es cierto, su belleza es solo equiparable al entorno que lo acoge. Este pueblo en el que algunos hemos echado parte de nuestra infancia, en ... el que hemos aprendido a respetar el entorno, a apreciar la fuerza de un río, de un mirador; a doblar campanas o sentir el poder de la nieve; en el que hemos aprendido la felicidad infantil. Este pueblo en el que las aguas bajan frías y las truchas inundan sus hondonadas, en el que los morrales y los higos, las uvas y parras llenan los campos, en el que los bancales se acercan al correr del río, es una joya granadina. Además de sus miradores, aguas, tierras… hemos de destacar su gastronomía, bien cuidada, en restaurantes, como Café Emilio, Las tres hermanas, la Fuente… y, hasta hace poco, el Molino de la Cerrada, al que se llegaba tras recorrer la pasarela del río bajo la peña, auténtico oasis en el que degustar exquisitos caracoles, pisto, revueltos…, magistralmente trabajados por Antonio y Tamara, quienes ponían su sabiduría en un lugar que, de estar en una ciudad, sería de los más cotizados en sus reservas. Lo cerraron y se fueron. Los 2,50 euros que hay que pagar para llegar hasta allí por la pasarela les dificultaron su continuidad. Castril lo tiene todo y merece la pena hacer parada en el recorrido por nuestra provincia, o por nuestra Andalucía de este Oriente que tantos regalos nos tiene guardados en sus rincones. Solo hay que llegar hasta ellos, que a veces parece preciso navegar por los confines, o volar por los remotos para encontrar lo que tenemos aquí, en este paisaje que solo miramos cuando nos lo cuentan.

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